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Un absceso anorrectal ocurre cuando una cavidad del ano se llena de pus. Además de un dolor intenso, el absceso puede provocar fatiga, secreción por el recto y fiebre. En algunos casos, los abscesos anales pueden provocar fístulas anales dolorosas; esto ocurre cuando el absceso no puede curarse y se abre en la superficie de la piel. Si un absceso anal no se cura como corresponde, probablemente cause mucho dolor y el paciente deba realizarse una cirugía.
Un absceso anal puede generarse a partir de la obstrucción de una glándula anal, por una infección de transmisión sexual o a causa de la infección de una fisura anal. Algunas otras afecciones o actividades sexuales que pueden representar un riesgo incluyen las siguientes:
Los niños a partir de un año con antecedentes de fisuras anales también corren más riesgo de sufrir abscesos anales con el tiempo.
El dolor pulsante y continuo en el área del ano quizá sea uno de los síntomas más comunes y más rápidos de advertir en relación con un absceso anorrectal. Por lo general, este dolor está acompañado de inflamación en el área del ano y dolor más intenso al defecar. Otros signos frecuentes de un absceso anal son estreñimiento, secreción por el recto y fatiga. Es probable que algunas de las personas que presentan un absceso anal perciban un nódulo o bulto rojo inflamado y doloroso en el borde del ano. Además, la infección puede provocar fiebre y escalofríos.
Los abscesos anales también pueden aparecer en la profundidad del recto, más frecuentemente en las personas que también sufren alguna enfermedad inflamatoria intestinal, y pueden causar dolor o incomodidad en la zona abdominal.
Sin embargo, en el caso de los niños, no existen muchos síntomas comunes, más allá del dolor o la incomodidad que pueden hacer que el niño se sienta molesto. Es probable que, en los niños, también pueda sentirse u observarse un nódulo o bulto en el área del ano.
Con mayor frecuencia, el diagnóstico de los abscesos anales deriva de una exploración física en la que el médico analiza el recto del paciente a fin de detectar nódulos característicos. En caso de que los abscesos estén tan profundos que no puedan detectarse mediante una exploración física, el médico podrá solicitar la realización de una resonancia magnética (RM) o una ecografía para poder visualizar mejor el área.
Con poca frecuencia, los abscesos anales desaparecen por sí solos. Si no se los trata, se convierten en fístulas anales dolorosas que pueden llegar a requerir tratamiento quirúrgico. El método de tratamiento más simple y común es aquel en que el médico drena el pus del área infectada. Por lo general, este proceso puede realizarse en el consultorio del médico y, en la mayoría de los casos, solo requiere la utilización de anestesia local.
Sin embargo, si el paciente presenta un absceso rectal de tamaño considerable, probablemente se recurra a la cirugía. En ciertos casos, puede utilizarse un catéter para asegurarse de que el absceso se drene por completo y en forma adecuada. Luego de haber sido drenados, por lo general, se dejan abiertos y no es necesario coserlos. Si el paciente es diabético, es posible que el médico solicite que se quede en el hospital durante algunos días para controlar que no haya ninguna infección.
Tras someterse a una cirugía, es recomendable realizarse baños tibios (no calientes), ya que sentarse en agua tibia ayuda a disminuir la inflamación y permite que el absceso realice los drenajes adicionales que pueda llegar a necesitar. El médico también podrá recetarle antibióticos y recomendarle un régimen alimentario que consista únicamente en alimentos blandos o líquidos.
Si bien aún no existe mucha información acerca de cómo prevenir los abscesos rectales, sí se recomiendan algunas pautas que el paciente puede seguir. Protegerse de infecciones de transmisión sexual, por ejemplo, es importante porque constituye un tratamiento inmediato para las infecciones existentes. Utilizar condón, en especial durante una relación sexual anal, es fundamental para prevenir infecciones de transmisión sexual (ITS). Asimismo, mantener una higiene y limpieza adecuadas en el área del ano es un método de protección importante, tanto en el caso de los niños como en los adultos.
Escrito por (en Inglés): Carmella Wint and Matthew Solan
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD