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El absceso de la médula espinal es una afección poco frecuente que puede causar lesiones permanentes en la médula espinal. Los abscesos se forman cuando se infecta un tejido lastimado. El sistema inmunitario envía glóbulos blancos para combatir la infección y estos comienzan a llenar el tejido lastimado, lo cual provoca la acumulación de pus. El pus se compone de tejido muerto, inmunocitos, células muertas y bacterias.
La causa del absceso de la médula espinal suele ser el ingreso de bacterias en la médula espinal. Una vez que están dentro del organismo, las bacterias se dirigen a sitios donde pueden sobrevivir y prosperar. La presión del absceso de la médula espinal a veces provoca problemas neurológicos, como parálisis de la parte inferior del cuerpo y pérdida de la sensibilidad en el área que está debajo del absceso.
Para detectar una infección, el médico solicita un análisis de los líquidos corporales y quizás ordene también una prueba de diagnóstico por imágenes para ver el absceso. Una vez que confirme el diagnóstico, decidirá si es conveniente drenar el absceso o extirparlo. Por lo general, el paciente debe tomar antibióticos antes de retirarse para no contraer una infección.
Debido a que el uso de antibióticos es una práctica médica habitual, el absceso de la médula espinal se ha vuelto una afección muy poco frecuente. De hecho, se han informado menos de 100 casos en la historia de la medicina moderna (Oskouian, 2012).
Entre los factores de riesgo, se incluyen los siguientes:
Los abscesos de la médula espinal suelen ser producto del ingreso de bacterias en el área de la médula espinal. Las bacterias que producen esta afección con mayor frecuencia son las de los géneros estafilococo y estreptococo.
Cuando se produce un traumatismo, puede ingresar un objeto extraño (una bala, un cuchillo en caso de apuñalamiento, etc.) en la médula espinal y dejar bacterias.
Durante la etapa de desarrollo fetal, la piel y el conducto vertebral no están completamente separados. Esto puede permitir el ingreso de bacterias en el sistema nervioso central (SNC).
Los forúnculos, especialmente los que se forman en la espalda o el cuero cabelludo, pueden provocar abscesos de la médula espinal.
Es una infección de la sangre que puede ser el resultado de una infección en cualquier parte del organismo. También puede diseminarse al SNC y producir abscesos de la médula espinal.
En un primer momento, es posible que esta afección no genere síntomas. Luego, la infección o el agrandamiento del absceso comenzarán a afectar la columna vertebral. También es posible que provoquen dolor o síntomas neurológicos.
Entre los síntomas del absceso de la médula espinal, pueden incluirse los siguientes:
Los síntomas de esta afección suelen ser inespecíficos y similares a los de muchas otras enfermedades. Es posible que el médico solicite un análisis de sangre para identificar el problema.
Es posible que el médico solicite las siguientes pruebas si los síntomas indican que puede haber un problema en la médula espinal:
La detección precoz es importante para el éxito del tratamiento. Sin tratamiento, es posible que los abscesos se rompan y liberen millones de bacterias en todo el organismo.
Una vez identificado el problema, se administra el tratamiento, que puede incluir lo siguiente:
Antes de la cirugía, se administra anestesia al paciente. El cirujano abre el absceso cuidadosamente, drena todo el líquido y limpia el absceso con solución salina para eliminar todas las bacterias.
Consiste en extraer líquido del absceso para analizarlo.
Si el paciente tiene un seno dérmico, el tratamiento suele consistir en cerrarlo para reducir el riesgo de que ingresen bacterias y provoquen una infección.
La complicación más peligrosa es la infección. Antes de que se usaran antibióticos, la tasa de mortalidad era elevada debido a las infecciones (Barbarawi et ál., 2009). Gracias al desarrollo de antibióticos y técnicas quirúrgicas modernas, se han informado menos de 100 casos de abscesos de la médula espinal (Oskouian, 2012).
Es posible que las complicaciones neurológicas del absceso de la médula espinal se prolonguen de semanas a años.
El tratamiento con antibióticos para combatir la infección incluye el uso de vancomicina (eficaz para casos de Staphylococcus aureus) y ceftriaxona (eficaz para casos de Staphylococcus milleri), ambas por vía intravenosa.
Si el paciente tiene dificultad para caminar y debilidad en las piernas, quizás deba realizar neurorehabilitación.
Entre las demás complicaciones, se incluyen urodinia (dificultad o dolor al orinar) e incontinencia urinaria de esfuerzo (dificultad para controlar las micciones cuando se hace un esfuerzo).
Mientras más precoz sea el tratamiento, más favorable será el pronóstico. Si el absceso se rompe, se liberan bacterias al torrente sanguíneo, lo cual podría provocar un absceso en el cerebro o en el hígado.
Por lo general, los pacientes que reciben tratamiento después de la aparición de los síntomas neurológicos necesitan realizar algún tipo de rehabilitación. Con el paso del tiempo, estos síntomas mejoran o desaparecen.
Escrito por (en Inglés): Lydia Krause
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD