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Un absceso hepático piógeno (AHP) es un bolsillo de pus que se forma en el hígado en respuesta a una infección o un traumatismo. El pus es un líquido compuesto por glóbulos blancos, células muertas y bacterias que se forma cuando el organismo combate una infección. En vez de supurar del lugar de la infección, el pus se acumula en el hígado. Un absceso generalmente produce inflamación en el área circundante y puede causar dolor e inflamación en el abdomen.
Un absceso hepático piógeno puede ser mortal si no se lo trata de inmediato.
La causa más frecuente del AHP son las enfermedades biliares (un término amplio con el que se hace referencia a las enfermedades que afectan el hígado, el páncreas y la vesícula biliar). De las enfermedades biliares, la causa más frecuente del AHP es la inflamación de la vesícula biliar.
Entre las demás causas, se incluyen las siguientes:
Según una investigación publicada en New England Journal of Medicine, las personas diabéticas corren un riesgo mayor de sufrir esta afección, ya que son más propensas a contraer infecciones (Yu y Lee, 2011).
Entre los síntomas del AHP, los cuales se asemejan a los de la inflamación de la vesícula biliar o las infecciones masivas, se incluyen los siguientes:
Para diagnosticar esta afección, el médico posiblemente solicite una combinación de hemocultivos y pruebas de diagnóstico por imágenes, incluidas las siguientes:
En una TC, un absceso hepático piógeno puede verse como una protuberancia en el hígado.
En algunos casos, el tratamiento con antibióticos por sí solo es eficaz. Sin embargo, es necesario drenar el absceso en la mayoría de los casos. El drenaje consiste en eliminar el pus por medio de una aguja o una sonda. El médico puede realizar una biopsia de hígado como parte del mismo procedimiento para determinar el estado general de este órgano. Este procedimiento se realiza con la asistencia de una TC.
En la medida de lo posible, los médicos intentan tratar el AHP por medios no quirúrgicos a fin de prevenir la propagación de las bacterias al resto del organismo. No obstante, en casos más graves, es posible que sea necesario recurrir a una intervención quirúrgica para extraer los materiales del absceso. Después de la intervención, recibirá un tratamiento con antibióticos durante varias semanas para evitar la recidiva de la infección. Según la Cleveland Clinic Journal of Medicine (CCJM), pueden usarse medicamentos tanto intravenosos como orales para tratar y controlar el AHP (CCJM, 2010). Un tratamiento inicial con antibióticos intravenosos favorece la cicatrización. Un tratamiento de varias semanas de duración con antibióticos orales potentes contribuye a la cicatrización después de un control posoperatorio.
La principal complicación del AHP es la septicemia, una infección bacteriana generalizada que provoca inflamación y una disminución peligrosa de la presión arterial. Si no se trata de inmediato con antibióticos, la septicemia puede ser mortal.
El drenaje del AHP y la intervención quirúrgica conllevan el riesgo de propagación de las bacterias al resto del organismo. Esto puede dar origen a una infección diseminada o a la formación de abscesos en otros órganos.
Las bacterias liberadas que se propagan a otras partes del organismo pueden causar lo siguiente:
El AHP es una afección potencialmente mortal. Los pacientes que presentan síntomas deben buscar asistencia médica de inmediato para prevenir complicaciones peligrosas. El diagnóstico precoz y el tratamiento quirúrgico son importantes para un pronóstico favorable.
Escrito por (en Inglés): Lydia Krause
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD