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Mediante el análisis de linfocitos B y T, se mide el nivel de linfocitos en sangre, que son un tipo de glóbulos blancos que permiten que el sistema inmunitario identifique y combata los organismos o las sustancias que causan enfermedades.
Existen dos tipos de linfocitos que se originan en la médula ósea: los linfocitos B y los linfocitos T. Cuando un antígeno (una sustancia extraña, como un producto químico, un virus o una bacteria) ingresa en el organismo, los linfocitos B producen anticuerpos que se adhieren a esa sustancia. Sin embargo, dichos anticuerpos no son lo suficientemente fuertes como para destruir el antígeno. Los linfocitos T dirigen la respuesta del organismo ante una molécula extraña y destruyen las células infectadas.
El sistema inmunitario está compuesto por dos partes. La primera es la protección innata; la segunda, la protección adaptativa. Cuando los gérmenes patógenos esquivan el primer sistema de protección, la mejor defensa del organismo son los linfocitos B y T. Cuando el sistema inmunitario está debilitado o dañado, los linfocitos B y T no funcionan correctamente.
A veces, el sistema inmunitario ataca y destruye el tejido sano del organismo porque no puede diferenciar entre los antígenos y las células sanas. Esto es lo que se conoce como trastorno autoinmunitario.
El análisis de linfocitos B y T puede realizarse en los pacientes que tienen síntomas de enfermedades que debilitan el sistema inmunitario o enfermedades de la sangre y la médula ósea. Entre los síntomas frecuentes, se incluyen los siguientes:
Antes de someterse a cualquier tipo de prueba médica, es fundamental que le informe a su médico sobre los medicamentos recetados y de venta libre, los suplementos nutricionales y las vitaminas que está tomando actualmente. Recuerde informarle al médico si padece alguna enfermedad autoinmunitaria, si recientemente le realizaron una intervención quirúrgica o si está tomando medicamentos para deprimir el sistema inmunitario, ya que estos factores podrían afectar el resultado de las pruebas.
El análisis de linfocitos B y T es un análisis de sangre. Un miembro del personal de enfermería le atará una banda elástica (torniquete) por encima de la zona donde le extraerá sangre, normalmente, en una vena de la parte interna del codo. Le limpiarán y esterilizarán la zona con un antiséptico y luego le insertarán una aguja pequeña en la vena.
Muchas personas sienten un dolor intenso durante el pinchazo inicial de la aguja, el cual desaparece rápidamente a medida que se extrae la sangre. Luego de unos minutos, se retirará la aguja y le indicarán que aplique presión en el lugar con un trozo de algodón. Le colocarán una venda en el lugar de la punción y podrá irse.
Los análisis de sangre suelen ser indoloros y de bajo riesgo. Sin embargo, es posible que le aparezcan pequeños hematomas o que sienta una molestia temporal luego de que le extraigan sangre. Algunas personas se sienten un poco mareadas luego de la extracción. Si tiene una sensación de mareos, desvanecimiento o náuseas, hágaselo saber al médico o al miembro del personal de enfermería.
El sistema inmunitario es una parte muy compleja del organismo y un recuento anormal de glóbulos puede indicar la presencia de diferentes trastornos.
Entre las enfermedades frecuentes y los trastornos asociados con los niveles elevados de linfocitos B y T, se incluyen los siguientes:
Los niveles bajos de linfocitos B o T suelen estar relacionados con trastornos de inmunodeficiencia congénita (heredada), ciertos tipos de cáncer de la sangre o de las células linfáticas, o trastornos de inmunodeficiencia adquirida, como el VIH o SIDA.
Es posible que sea necesario realizar pruebas adicionales para descartar ciertos trastornos y realizar un diagnóstico. El médico evaluará los resultados y juntos podrán determinar cuál es el mejor tratamiento.
Entre las pruebas médicas relacionadas con el análisis de linfocitos B y T, se incluyen las siguientes:
Escrito por (en Inglés): Lydia Krause
Revisado médicamente (en Inglés)
: Peter Rudd, MD