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La bronconeumonía es un tipo de neumonía. La neumonía es una inflamación de los pulmones ocasionada por una infección por virus, bacterias u hongos. La infección provoca la inflamación de los alvéolos (también llamados sacos alveolares) en los pulmones, que se llenan de pus o líquido.
Existen dos tipos de neumonía: la lobular y la bronquial. La neumonía lobular afecta una o más secciones (lóbulos) de los pulmones. En cambio, la bronconeumonía afecta los pulmones y los bronquios y puede ser grave o leve; la bronconeumonía vírica suele ser menos grave.
Ambos tipos de neumonía se deben al contacto con virus y bacterias en la vida diaria. La mayoría de los casos de neumonía bacteriana se producen por la bacteria Streptococcus pneumonia. Sin embargo, existen varios tipos de bacterias que pueden provocar neumonía. Entre los demás causantes posibles, se incluyen los siguientes:
Los mismos virus que provocan resfriado y gripe ocasionan la mayoría de los casos de neumonía vírica.
Según Mayo Clinic, suelen producirse casos de neumonía muy graves en los hospitales. Si bien estos casos pueden deberse a algunas de las bacterias mencionadas anteriormente, existe una gran variedad de gérmenes resistentes a los antibióticos que se encuentran dentro de los hospitales y que pueden provocar este tipo de neumonía (Mayo Clinic, 2011).
Existen determinados grupos de personas que corren un riesgo mayor de tener bronconeumonía. Entre los factores de riesgo, se incluyen los siguientes:
Los síntomas pueden presentarse de manera gradual o repentina. Es posible que la bronconeumonía vírica se manifieste inicialmente con síntomas parecidos a los de la gripe y avance luego de algunos días. Entre los síntomas de la bronconeumonía, se incluyen los siguientes:
En primer lugar, el médico le realizará una exploración física. Quizás le tome la temperatura para ver si tiene fiebre y escuche los sonidos de los pulmones con un estetoscopio. Tratará de identificar si hay sonidos burbujeantes o sibilantes, que son frecuentes en el caso de esta afección. Asimismo, le revisará varias zonas del tórax para identificar si existen áreas en las que es más difícil escuchar la respiración, lo cual indica que están afectadas por la bronconeumonía.
Quizás el profesional diagnostique la afección a partir de la exploración física o solicite análisis para descartar otras causas posibles.
Es posible que le indique un hemograma completo (HC) para determinar la cantidad de glóbulos blancos en la sangre. Una cantidad elevada de glóbulos blancos podría indicar que existe una infección bacteriana. El médico quizás le solicite también un análisis de sangre para determinar el virus, la bacteria o el hongo responsable de la bronconeumonía.
Una radiografía de tórax es una de las mejores maneras de diagnosticar esta afección. En esta prueba, se usa radiación electromagnética para crear una imagen de los pulmones y el tórax, lo cual permite localizar las áreas afectadas por la bronconeumonía.
Si usted está muy enfermo, el médico tal vez solicite más análisis para obtener información sobre la gravedad de la enfermedad y su causa.
Normalmente, la bronconeumonía vírica no exige tratamiento médico y mejora luego de una a dos semanas. Los antivíricos pueden reducir la duración de la enfermedad y la gravedad de los síntomas.
Si tiene bronconeumonía bacteriana, le recetarán antibióticos para destruir las bacterias que provocan la infección. La mayoría de las personas se sienten mejor después de uno a tres días de haber empezado a tomar los antibióticos. Sin embargo, es importante terminar el tratamiento con los antibióticos para evitar una recidiva.
Tal vez el médico le recomiende un medicamento contra la fiebre o la tos independientemente de que la bronconeumonía sea vírica o bacteriana. De esta manera, usted podrá aliviar los síntomas, pero no logrará curarse.
Realizar un tratamiento en el hogar también puede mejorar los síntomas. El tratamiento en el hogar incluye lo siguiente:
Si la infección es grave y usted cumple con uno o más de los siguientes criterios, tal vez deba ser hospitalizado:
El tratamiento hospitalario tal vez incluya la administración de antibióticos por vía intravenosa. Si los niveles de oxígeno en la sangre son bajos, tal vez le administren oxigenoterapia para normalizarlos.
Las vacunas pueden ser muy útiles para prevenir la bronconeumonía. Recibir una vacuna anual contra la gripe también puede ser útil, ya que la gripe puede provocar neumonía de manera indirecta. También existe una vacuna contra el neumococo que es eficaz durante cinco años. Esta opción se recomienda si se trata de personas de más de 65 años de edad, personas que residen en una institución de atención a largo plazo y personas que tienen un riesgo mayor de padecer bronconeumonía. Los niños menores de 2 años pueden recibir una vacuna conjugada contra el neumococo, que también se recomienda si se trata de niños de entre 2 y 5 años de edad que corren el riesgo de tener enfermedad neumocócica o que asisten a guarderías (Mayo Clinic, 2011).
Tomar medidas de cuidado sencillas puede reducir el riesgo de enfermarse y presentar bronconeumonía. Entre estas medidas, se incluyen las siguientes:
Escrito por (en Inglés): Janelle Martel
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD