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Pese a los grandes avances en las investigaciones de la enfermedad de Alzheimer (EA), su causa exacta todavía se desconoce. Sin embargo, muchos científicos creen que la combinación de dos estructuras anormales en el cerebro desempeña un papel importante. Estas estructuras se denominan placas de amiloide y ovillos neurofibrilares.
Las placas de amiloide son masas densas y mayormente indisolubles de fragmentos de proteína que depositan una sustancia altamente perjudicial en el exterior y alrededor de las células nerviosas del cerebro.
Las personas con EA tienen muchas de estas placas en el hipocampo. El hipocampo es la parte del cerebro asociada con la memoria, incluida la forma en la que los recuerdos nuevos o recientes se incorporan a los recuerdos más antiguos.
Un hipocampo deficiente también puede afectar la capacidad de las personas de manejarse en la vida diaria. Todo lo que hacemos depende de nuestra capacidad de adquirir, almacenar y recuperar recuerdos, desde algo tan simple como acordarnos de si ya almorzamos hasta reconocer a un ser querido o recordar si apagamos el horno.
El hipocampo también es fundamental tanto para la memoria espacial como para la navegación espacial. La memoria espacial se refiere a cómo una persona retiene la información acerca de lo que la rodea, mientras que la navegación espacial se refiere a la forma en la que se traslada a un destino. De hecho, algunas investigaciones sugieren que la presencia de un daño precoz en el hipocampo podría explicar por qué las personas con EA suelen deambular y perderse.
Los ovillos neurofibrilares son fibras retorcidas e indisolubles que se acumulan en el cerebro de adentro hacia afuera.
Las células nerviosas del cerebro (llamadas neuronas) poseen un sistema de transporte especial denominado microtúbulos que actúa como una suerte de vía de ferrocarril que guía y transporta de manera segura nutrientes, moléculas e información a otras células. Una proteína denominada tau, de características similares a las de las fibras, es la responsable de mantener la estabilidad de estos microtúbulos.
Sin embargo, en las personas con EA, se produce una alteración en la composición química de la tau que hace que sus hebras se enreden y se retuerzan. Esto genera la desestabilización y desintegración de los microtúbulos y deriva en el colapso de todo el sistema de transporte neuronal.
Esta serie de acontecimientos puede estar relacionada con el primer signo visible de EA: la pérdida de la memoria. Sin embargo, la comunidad científica todavía no ha logrado determinar con certeza si las placas de amiloide, los ovillos y la tau son una causa directa de la EA, si son síntomas de su avance o si son algún tipo de combinación entre ambos.
Los investigadores afirman que existe un componente genético que predispone a las personas a padecer EA. En las personas mayores, el gen mayormente asociado con la aparición de los síntomas se encuentra en el cromosoma 19 y se denomina apolipoproteína E (APOE).
Hay varios alelos (versiones) de la APOE. Alrededor del 40 por ciento de las personas que sufren EA de aparición tardía tienen el alelo APOE e4. Con un análisis de sangre, puede determinarse si usted tiene este alelo.
No obstante, todavía no es posible predecir si alguien tendrá o no la EA. Algunas personas con uno o incluso dos alelos APOE e4 jamás manifiestan la enfermedad. Otras padecen EA sin tener ningún alelo APOE e4. Aún así, está probado que el gen de la EA aumenta el riesgo de padecer la enfermedad.
Desde 2011, los científicos han descubierto cinco nuevos genes -que sumados a los conocidos hasta entonces ascienden a un total de 10- que incrementan el riesgo de padecer EA. En efecto, los científicos actualmente creen que la predisposición a la EA puede ser hasta un 80 por ciento genética, si bien las estimaciones varían.
Uno de estos genes recientemente identificados es el CD33. A causa de este gen, el organismo no elimina la cantidad de placas de amiloide que debería. Además, desde hace mucho tiempo los científicos creen que es probable que las placas de amiloide -y más específicamente su acumulación a niveles tóxicos-desempeñen un papel clave en la degradación de las neuronas del cerebro.
A partir de estudios genéticos realizados en familias con antecedentes de EA de aparición temprana, se identificaron mutaciones en tres genes diferentes:
Se cree que estos genes serían responsables de la poco frecuente forma de EA que afecta a hombres y mujeres a partir de los 30 o 40 años y que estarían involucrados en la producción de la proteína amiloide, que es la que forma las placas de amiloide que caracterizan a la EA. Esta mutación de genes no está relacionada con la EA de aparición tardía, que es más frecuente.
Cabe destacar que menos de uno de cada 1.000 casos de enfermedad de Alzheimer es de aparición temprana. Sin embargo, aproximadamente el 50 por ciento de las personas cuyo padre o madre padezcan EA de aparición temprana heredará la mutación genética y padecerá la enfermedad.
Según investigaciones, en el caso de las personas jóvenes que padecen EA de aparición temprana pero cuyos padres no la han padecido, por lo general tienen algún pariente en segundo grado (como un tío o un abuelo) que sí ha sufrido esta afección.
Escrito por (en Inglés): Wendy Leonard, MPH
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Monti, MPH, MD