Un nuevo modelo sobre las enfermedades mentales propone que la esquizofrenia, al igual que otras enfermedades mentales, no tiene una causa única. Se cree más bien que resulta de la combinación de factores psicológicos, biológicos (inclusive genéticos) y sociales, que interactúan para producir dicha enfermedad. A esto se le denomina modelo biopsicosocial de la enfermedad mental.
Genética
Aunque la esquizofrenia se presenta en 1 % de la población general, su incidencia entre las personas con al menos un familiar de primer grado de consanguinidad (padre, madre, hermano o hermana) es de hasta 10 %. Lo anterior indica que existe un componente genético en dicha enfermedad.
La incidencia de trastornos esquizofrénicos entre familiares de segundo grado de consanguinidad (tíos, primos, abuelos, etc.) también es más alta que entre la población en general. Aunque lo anterior sugiere también la existencia de una causa genética, los expertos creen que podrían intervenir numerosos genes; por lo general, los esquizofrénicos tienden a presentar un mayor grado de mutaciones genéticas que las personas sanas. Se piensa que al menos una de dichas anomalías genéticas afecta el desarrollo de unas sustancias químicos del cerebro denominadas neurotransmisores, mientras que otras mutaciones genéticas podrían afectar el desarrollo del cerebro.
Aunque se han identificado algunas de las anomalías genéticas relacionadas con la esquizofrenia, al presente no es posible predecir quién desarrollará la enfermedad basándose en el análisis de los genomas del individuo. Los científicos sospechan que la esquizofrenia se desarrolla solamente después de que ciertos factores ambientales han interactuado de alguna manera con una o más de dichas mutaciones genéticas. Por lo tanto, podría resultar irrelevante el debate entre lo heredado y lo adquirido (la dotación genética frente a las influencias ambientales). Es más probable que tanto lo heredado como lo adquirido desempeñen un papel en el desarrollo de la enfermedad.
Desencadenantes ambientales y biológicos
Entre los desencadenantes hipotéticos se encuentran la exposición materna a algún virus (como rubéola, polio, virus respiratorios, etc.), la desnutrición materna durante el embarazo y las dificultades durante el trabajo de parto y el alumbramiento. Hay evidencias recientes que sugieren que la inflamación podría desempeñar cierto papel en la esquizofrenia, aunque la relación exacta entre ambas continúa sin aclararse. Cierta información reciente indica que las personas que padecen esquizofrenia y otros trastornos neurosiquiátricos presentan con frecuencia niveles más altos de lo normal de proteínas relacionadas con la inflamación. De hecho, se ha sugerido que ciertos antisicóticos y antidepresivos comunes alivian los síntomas, al menos en parte, al controlar la inflamación.
Escrito por (en Inglés): Dale Kiefer
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Monti, MD, MPH
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