Un accidente cerebrovascular se produce cuando el flujo sanguíneo del cerebro se ve obstruido; esto evita que el cerebro reciba oxígeno y, a su vez, provoca la muerte celular. El flujo sanguíneo se interrumpe de dos formas.
Coágulos
En un accidente cerebrovascular isquémico, hay un coágulo que retrasa o detiene el flujo sanguíneo que va al cerebro. Los coágulos pueden formarse en el cerebro o desplazarse desde otra parte del cuerpo, por ejemplo, desde el corazón, y provocan aproximadamente el 90 por ciento de todos los casos de accidentes cerebrovasculares.
Los coágulos pueden formarse debido a la ateroesclerosis, una afección en la que las paredes de las arterias se endurecen y se obstruyen por depósitos de placa. Las placas son una acumulación de colesterol, grasa, células inflamatorias y otras sustancias presentes en la sangre y son producto del colesterol elevado, la obesidad, los regímenes alimentarios deficientes y otros motivos.
Los coágulos compuestos por plaquetas también pueden formarse en otras partes del cuerpo, generalmente en el corazón, y quedan alojados en los estrechos vasos del cerebro. Estos coágulos se forman en el corazón como resultado de latidos anormales, tales como la fibrilación auricular, o debido a anomalías estructurales en las válvulas o cámaras cardíacas que interrumpen el flujo sanguíneo normal.
Hemorragias
Las hemorragias se producen como consecuencia de vasos sanguíneos rotos o derrames en el cerebro y pueden deberse a la hipertensión, o presión arterial elevada, que provoca la ruptura de una pared débil de las arterias. Este punto débil se conoce como aneurisma.
Escrito por (en Inglés): the Healthline Editorial Team
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Monti, MD, MPH
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