La causa o las causas de los trastornos del espectro autista (TEA) continúan siendo un misterio, si bien se están investigando varios responsables.
Diferencias en el cerebro
Algunos investigadores se centran en el cerebro, particularmente en su desarrollo y función. Por lo general, existen diferencias en el tamaño y la estructura del cerebro de una persona autista en comparación con el de alguien que no sufre de ningún TEA.
De acuerdo con el National Institute of Mental Health [Instituto Nacional de Salud Mental], muchas áreas del cerebro influyen en el autismo. Entre ellas se incluye el cerebelo, que se encarga de los "ajustes" en los movimientos corporales, y las partes del cerebro responsables de las emociones.
También se están llevando a cabo investigaciones sobre los neurotransmisores, que ayudan con la comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo, para ver si contribuyen de alguna forma al desarrollo del autismo.
Existen varias enfermedades poco comunes que pueden provocar trastornos del espectro autista. A estos casos se los suele denominar "autismo secundario" e incluyen las siguientes enfermedades:
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esclerosis tuberosa
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síndrome del cromosoma X frágil
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fenilcetonuria
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infecciones congénitas
Factores genéticos
Los investigadores analizan la posibilidad de que haya diferencias en la estructura genética y en los vínculos hereditarios en las familias. Los estudios en familias han demostrado que el autismo es más común en los hermanos de un niño con autismo que en la población en general. Esto sugiere que existe un factor genético que contribuye al desarrollo de la enfermedad.
Mitos comunes
Se cree que el timerosal, un conservante a base de mercurio que antiguamente solía utilizarse en vacunas, puede causar trastornos del espectro autista (TEA).
A pesar de la gran cantidad de estudios bien diseñados, aún no existe una investigación adecuada que permita vincular las vacunas que contienen mercurio con el desarrollo de los TEA. No se ha utilizado timerosal en vacunas en los Estados Unidos desde 1999, con lo cual se limitó la exposición de niños a este conservante.
Un estudio de 2010 realizado por los Centers for Disease Control and Prevention [Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, CDC] indicó que "la exposición prenatal y de bebés a vacunas e inmunoglobulinas con contenido de timerosal no aumenta el riesgo de padecer un trastorno del espectro autista (TEA)".
Se han llevado a cabo diversos estudios a nivel mundial para determinar si la vacuna contra sarampión, paperas y rubéola (MMR), importante para prevenir casos potencialmente letales de sarampión, tiene alguna relación con los TEA. En un artículo de 1998 publicado en The Lancet, se sugirió una posible relación entre la vacuna contra sarampión, paperas y rubéola y el desarrollo de los TEA. Seis años después, The Lancet publicó una retractación en la que sostenía que no había ninguna conexión entre la vacuna MMR y el autismo.
Escrito por (en Inglés): the Healthline Editorial Team
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Monti, MD, MPH
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