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La epicondilitis, también llamada epicondilitis lateral, es una inflamación dolorosa de la articulación del codo causada por un esfuerzo repetitivo (uso excesivo). Por lo general, el dolor se siente en la cara externa (lateral) de la parte superior del brazo, justo por encima del codo, al enderezar o extender completamente el brazo.
Cualquier actividad que suponga girar la muñeca de manera repetitiva puede dar origen a una epicondilitis. Entre estas actividades, se incluyen el tenis y otros deportes donde se usan raquetas o paletas, la natación, el golf, girar una llave o usar un destornillador, un martillo o una computadora.
El tendón es la parte del músculo que se adhiere al hueso. Los músculos del antebrazo se insertan en el hueso externo del codo. Según una serie de investigadores, la epicondilitis muchas veces se produce cuando un músculo específico del antebrazo -el extensor radial corto del carpo- sufre una lesión. El extensor radial corto del carpo estabiliza la muñeca cuando el codo está extendido.
El esfuerzo repetitivo debilita el extensor radial corto del carpo y provoca desgarros microscópicos en el tendón del músculo en la parte donde se inserta en el área externa del codo. Estos desgarros producen dolor e inflamación (American Academy of Orthopaedic Surgeons [Academia Estadounidense de Cirujanos Ortopédicos, AAOS]).
Si usted tiene epicondilitis, posiblemente presente uno o más de los siguientes síntomas:
La epicondilitis generalmente se diagnostica durante una exploración física. El médico le preguntará a qué se dedica, si practica algún deporte y cómo se manifestaron los síntomas.
Luego, le realizará algunas pruebas sencillas que le permitirán efectuar el diagnóstico. Entre las pruebas, se incluyen aplicar una presión leve en el punto donde el tendón se adhiere al hueso para verificar si usted siente dolor. Además, posiblemente le pida que flexione el brazo y la muñeca de determinada manera para ver si estos movimientos le producen dolor.
También es posible que le solicite algunas pruebas de diagnóstico por imágenes, como una radiografía o una resonancia magnética (RM), para descartar otros trastornos que pueden causar dolor en el brazo, como las enfermedades reumáticas que afectan el codo y las hernias de disco. Estas pruebas no suelen ser necesarias para efectuar el diagnóstico.
Según la American Academy of Orthopaedic Surgeons (AAOS), entre el 80 y el 95 por ciento de los casos de epicondilitis pueden tratarse satisfactoriamente sin recurrir a una intervención quirúrgica (AAOS). En primer lugar, el médico le indicará uno o más de los siguientes tratamientos:
Si no hay una mejoría en los síntomas después de un año de tratamiento, probablemente deba someterse a una intervención quirúrgica. El médico y usted determinarán si es necesario recurrir a esta alternativa para mejorar la afección.
La intervención quirúrgica puede realizarse por medio de una artroscopía, que implica insertar una sonda pequeña en el codo, o de una incisión más grande directamente en el codo (cirugía abierta tradicional). Con cualquiera de estos métodos, el objetivo es extirpar tejido patológico y luego adherir nuevamente el músculo sano al hueso.
Después de la cirugía, es necesario hacer rehabilitación para que el músculo recupere su fuerza y flexibilidad.
Según la AAOS, la intervención quirúrgica es exitosa en el 80 al 90 por ciento de los casos. Sin embargo, es frecuente que el paciente pierda algo de fuerza muscular (AAOS).
Pueden tomarse varias medidas para prevenir la epicondilitis, incluidas las siguientes:
Escrito por (en Inglés): Maureen Donohue
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD