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La espondilitis anquilosante es un tipo de artritis que afecta principalmente a la columna vertebral. Produce una gran inflamación de las vértebras que, con el tiempo, posiblemente cause dolor crónico e incapacidad. En casos más avanzados, la inflamación puede provocar la formación de nuevos huesos en la columna vertebral y, así, posiblemente cause deformidad.
La espondilitis anquilosante también puede causar dolor y rigidez en otras partes del cuerpo. Asimismo, puede afectar a otras articulaciones grandes, como los hombros, las caderas y las rodillas.
Se desconoce la causa de la espondilitis anquilosante. El trastorno tiende a ser hereditario. Por lo tanto, es probable que tenga relación con la genética. Si sus padres o hermanos padecen espondilitis anquilosante, la probabilidad de que reciban un diagnóstico positivo es de 10 a 20 veces mayor que la de alguien que no presenta antecedentes familiares.
Los síntomas de la espondilitis anquilosante varían. A menudo, la afección se caracteriza por exacerbaciones leves a moderadas de la inflamación que se alternan con períodos en los que casi no se presentan síntomas. El síntoma más común es el dolor de espalda a la mañana y a la noche. Es posible que también sienta dolor en las articulaciones grandes, como las caderas y los hombros. Otros síntomas pueden ser los siguientes:
Debido a que la espondilitis anquilosante produce inflamación, también puede afectar a otras partes del cuerpo. Asimismo, es posible que los pacientes presenten los siguientes síntomas:
A menudo, se consulta a un reumatólogo (médico especialista en artrisis) para el diagnóstico de la espondilitis anquilosante. El primer paso es una exploración física exhaustiva. Un médico le pedirá detalles sobre el dolor y los antecedentes de los síntomas.
Una radiografía de la columna vertebral y de cualquier articulación que le duela mostrará una erosión. Si la enfermedad se encuentra en las etapas tempranas, es posible que no se detecte la erosión. Si bien también es posible realizar una resonancia magnética (RM), con frecuencia resulta difícil interpretar los resultados.
Para determinar si hay inflamación, se puede llevar a cabo un análisis de sangre denominado "tasa de sedimentación eritrocítica". Se puede realizar un análisis de sangre de la proteína antígeno leucocitario humano HLA-B27. Sin embargo, el análisis de la proteína HLA-B27 no determina si usted padece espondilitis anquilosante, solo detecta si tiene el gen que produce esta proteína.
Debido a que no existe una cura para la espondilitis anquilosante, el tratamiento se centrará en controlar el dolor y prevenir la incapacidad.
Los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como el ibuprofeno y el naproxeno, a menudo se emplean para el control del dolor y la inflamación. Cuando estos no brindan el alivio suficiente, se recetan medicamentos más fuertes.
Se recomienda hacer ejercicio a diario para mantener la flexibilidad y la amplitud de movimiento. Es probable que se recomiende fisioterapia para el tratamiento.
Se promueve la práctica de una buena postura a fin de evitar la deformidad de la columna vertebral, que puede tener lugar en las etapas finales.
La aplicación de calor en las articulaciones rígidas puede ayudar a reducir el dolor y las molestias. La aplicación de frío reduce la inflamación.
Si las articulaciones de las rodillas o las caderas están deformes o presentan daños graves, posiblemente el paciente deba someterse a una cirugía.
Los antecedentes familiares de espondilitis anquilosante constituyen un factor de riesgo, así como la presencia de la proteína HLA-B27.
A diferencia de otros trastornos reumáticos y artríticos, los primeros síntomas de la espondilitis anquilosante a menudo aparecen entre los 20 y 40 años de edad.
Si bien la espondilitis anquilosante es más común en los hombres, también se observa en las mujeres.
Se desconoce la manera de prevenir la espondilitis anquilosante debido a que, en primer lugar, se desconoce la causa. Sin embargo, si padece la enfermedad, puede centrarse en la prevención de la incapacidad. Para ello, debe mantenerse activo, alimentarse saludablemente y mantener un peso corporal normal.
La espondilitis anquilosante es una enfermedad crónica y progresiva que a menudo conduce a la incapacidad. Con un tratamiento intenso y ejercicio a diario, puede retrasar la progresión y llevar una vida normal.
Escrito por (en Inglés): Andrea Wodele and Winnie Yu
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD