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Se trata de un trastorno relacionado, generalmente, con la edad, que afecta las articulaciones del cuello y se produce por el desgaste normal del cartílago y de los huesos que conforman la columna cervical. Si bien por lo general se produce como consecuencia de la edad, también puede aparecer por otras causas. Existen algunos nombres alternativos para referirse a la espondilosis cervical, entre ellos, osteoartritis cervical y artritis del cuello.
Según Mayo Clinic, más del 90 por ciento de las personas mayores de 65 años presentan espondilosis cervical; sin embargo, en algunos casos es tan leve, que las personas nunca llegan a presentar síntomas. (Mayo Clinic)
En cambio, en otras personas, puede provocar un dolor crónico; a pesar de ello, esto no les impide realizar sus tareas normales cotidianas.
Por lo general, la espondilosis cervical aparece a partir de los cambios que se producen en las articulaciones del cuello a medida que la persona envejece. Es probable que, cuando la persona esté próxima a cumplir 40 años, los discos de la columna se sequen y reduzcan su tamaño, lo cual hace que disminuya la amortiguación entre los huesos del cuello.
Estos discos también pueden sufrir quebraduras a una edad avanzada, por lo que pueden llegar a sobresalir o herniarse. También pueden presentarse espolones en los huesos, o crecimientos anormales en los huesos. Las hernias de disco y los espolones en los huesos pueden ejercer mayor presión sobre la médula espinal y las raíces nerviosas, lo que causa dolor en las articulaciones.
Con el paso de los años, los ligamentos de la columna, es decir, las hebras de tejido que conectan los huesos, también pueden volverse más rígidas; esto dificulta el movimiento del cuello o causa más dolor al moverlo.
La espondilosis cervical también puede presentarse a causa de otros factores diferentes de la edad. Entre ellos, se incluyen los siguientes:
En la mayoría de los casos, las personas que presentan espondilosis cervical no perciben ningún síntoma. Cuando los síntomas aparecen, pueden ser de leves a intensos y pueden evolucionar de a poco o presentarse súbitamente.
Uno de los síntomas comunes es el dolor alrededor del omóplato. Las personas se quejan de dolor en el brazo y en los dedos. Este dolor puede empeorar cuando la persona se pone de pie o se sienta, estornuda o tose, o inclina el cuello hacia atrás.
Otro de los síntomas comunes es la debilidad muscular, que se percibe cuando resulta difícil levantar los brazos o sujetar objetos con firmeza.
Entre otros síntomas comunes, se incluyen los siguientes:
Entre los síntomas menos frecuentes, pueden encontrarse la pérdida de equilibrio o la pérdida del control de esfínteres.
Si usted llegara a percibir un cosquilleo o adormecimiento repentino en los hombros, brazos o piernas, o si perdiera el control de esfínteres, consulte a su médico y solicite asistencia médica lo antes posible.
En primer lugar, el médico le hará varias preguntas con respecto a los síntomas que presenta. Luego le realizará una serie de pruebas; los exámenes más habituales incluyen analizar los reflejos, controlar si presenta debilidad muscular y examinar la amplitud de los movimientos del cuello. Posiblemente, el médico también desee observar su modo de caminar. Todos estos exámenes permiten determinar si existe demasiada presión sobre la médula espinal y los nervios.
En el caso de que el médico sospeche que usted presenta espondilosis cervical, para confirmar el diagnóstico, le solicitará la realización de pruebas de diagnóstico por imágenes y análisis de la función nerviosa.
Los tratamientos para la espondilosis cervical tienen como objetivo aliviar el dolor, pero también disminuyen el riesgo de que el daño se vuelva permanente y ayudan al paciente a continuar con su vida normal. Por lo general, los métodos no quirúrgicos resultan muy eficaces.
Es probable que el médico lo derive a un fisioterapeuta para recibir tratamiento. La fisioterapia no solo lo ayudará a estirar los músculos del cuello y de los hombros, sino que, además, los fortalecerá, lo cual le permitirá aliviar el dolor. También puede someterse a una tracción cervical, que consiste en utilizar pesas para aumentar el espacio entre las articulaciones cervicales y relajar la presión que hay sobre los discos cervicales y las raíces nerviosas.
En el caso de que los medicamentos de venta libre no hagan ningún efecto, el médico podrá recetarle medicamentos específicos. Entre ellos, se incluyen los siguientes:
En el caso de que presente un cuadro grave de espondilosis y que este no mejore con otras formas de tratamiento, es probable que necesite recurrir a una cirugía. La cirugía puede incluir la extracción de espolones en los huesos, partes de los huesos del cuello o hernias de disco a fin de que los nervios y la médula espinal tengan más espacio. Sin embargo, son muy poco frecuentes los casos de espondilosis cervical que requieren cirugía.
Si el dolor que usted siente es leve, puede intentar hacer algunos cambios en su vida cotidiana con el fin de aliviarlo. Puede tomar un analgésico de venta libre, como paracetamol, o un antiinflamatorio, como naproxeno. También puede colocarse una almohadilla caliente o una compresa fría en el cuello para aliviar la molestia de los músculos doloridos. La actividad física regular puede ayudarlo a recuperarse más rápidamente. Si utiliza un soporte o collarín cervical blando, podrá calmar momentáneamente el dolor; pero evite utilizarlo durante períodos prolongados, porque podría debilitar sus músculos.
Escrito por (en Inglés): Amanda Delgado
Revisado médicamente (en Inglés)
: Brenda B. Spriggs, MD, MPH, FACP