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Una eventración es una protuberancia en la pared abdominal, a menudo en la parte media. Sin embargo, puede aparecer en cualquier parte de la pared abdominal. Muchas veces, se la denomina hernia quirúrgica debido a que suele formarse en el lugar donde se realizó una incisión quirúrgica y la piel está más débil o delgada.
Las hernias se denominan en función del lugar donde aparecen. Entre otros tipos de hernia, se incluyen los siguientes:
Es posible que los síntomas demoren semanas o meses en aparecer. El diagnóstico suele ofrecerse según los síntomas y los resultados de las pruebas de diagnóstico por imágenes. En algunos casos, no se presentan síntomas; en otros, pueden manifestarse síntomas como molestias o dolor en el área de la eventración que quizás empeoren al intentar ponerse de pie o levantar objetos pesados. Es posible sentir o ver una protuberancia sensible al tacto en el área.
El tratamiento consiste en realizar una intervención quirúrgica. Si no se tratan, las hernias pueden convertirse en eventraciones de gran tamaño difíciles de extirpar quirúrgicamente. La inflamación puede provocar el aprisionamiento del contenido de la eventración. Si este problema no se soluciona correctamente, puede reducirse la irrigación sanguínea a los tejidos circundantes y producir un estrangulamiento.
El estrangulamiento suele estar acompañado de un dolor intenso y constituye una emergencia médica que exige tratamiento inmediato para evitar la muerte del tejido (necrosis). La tasa de éxito de la cirugía de reparación de eventración es muy buena. Según los National Institutes of Health [Institutos Nacionales de la Salud, NIH], solo alrededor de entre el uno y el tres por ciento de los pacientes vuelve a tener una eventración después de la cirugía (NIH, 2011).
Ciertas personas nacen con una anomalía congénita (de nacimiento) que ocasiona que la pared abdominal sea anormalmente delgada. En estos casos, el riesgo de tener una eventración es mayor. Entre los demás factores de riesgo, se incluyen los siguientes:
Las eventraciones son complicaciones frecuentes en aproximadamente el 10 por ciento de las intervenciones abdominales abiertas (Akkary et ál., 2011). En la mayoría de los casos, se producen en cicatrices quirúrgicas. El tejido cicatricial se debilita o se hace más delgado y permite la aparición de una protuberancia en el abdomen, que se forma porque los tejidos o los órganos ejercen presión sobre la pared abdominal.
Las eventraciones pueden provocar una gran variedad de síntomas. Algunos pacientes no tienen síntomas, mientras que otros presentan un dolor intenso.
Entre los síntomas, se encuentran los siguientes:
Para ofrecer un diagnóstico preciso, el médico le realizará una exploración física; quizás deba ver la parte interna del organismo para confirmarlo.
Entre las pruebas de diagnóstico que permiten detectar signos de una eventración, se encuentran las siguientes:
Las eventraciones deben repararse a menos que el paciente no pueda o no quiera someterse a una cirugía. Si no se tratan, pueden continuar creciendo lentamente y provocar complicaciones graves.
Entre las opciones de tratamiento quirúrgico, se incluyen las siguientes:
Entre los beneficios de la extirpación laparoscópica, se incluyen los siguientes:
Estas son las desventajas de la cirugía abierta:
Las eventraciones gigantes miden más de 10 centímetros. Representan un gran riesgo quirúrgico ya que ocupan la totalidad de la cavidad abdominal, lo que dificulta su extirpación de los órganos circundantes. Mientras más grande sea la eventración, mayor será el riesgo de que vuelva a aparecer en el futuro.
Entre las demás complicaciones de las eventraciones no tratadas, se incluyen las siguientes:
En las etapas iniciales de la eventración, el paciente quizás pueda reparar su propia hernia. Algunas personas tal vez sientan la protuberancia en el abdomen y puedan empujar los órganos nuevamente a su lugar. Esto se denomina reducción de la eventración y suele ofrecer resultados de forma temporal hasta que se realice la cirugía.
Si no existen complicaciones relacionadas con la cirugía, el pronóstico suele ser muy favorable. Es posible que el paciente deba descansar algunas semanas antes de retomar sus actividades cotidianas.
Escrito por (en Inglés): Lydia Krause
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Wider, MD