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Existen varios factores de riesgo que inciden en las probabilidades de padecer uno o más tipos de demencia. Si bien es posible modificar algunos factores (como el tabaquismo), hay otros que no pueden modificarse (como la genética familiar).
Cabe aclarar que cuando se habla de factores de riesgo de la demencia es importante entender una distinción clave: no es lo mismo correlación que causalidad. Por ejemplo, tener diabetes es un factor de riesgo tanto para la enfermedad de Alzheimer (EA) como para la demencia vascular. Eso no significa que la diabetes cause la EA o la demencia vascular. De hecho, no todas las personas diabéticas padecen demencia. Con esta importante distinción en mente, entre los factores de riesgo asociados con los diferentes tipos de demencia, se incluyen los siguientes:
El riesgo de sufrir enfermedad de Alzheimer, demencia vascular y otros tipos de demencia aumenta significativamente en las personas de edad avanzada. Por ejemplo, se cree que en los Estados Unidos casi la mitad de las personas de 85 años en adelante padecen enfermedad de Alzheimer.
Aparentemente, muchos tipos de demencia tienen un componente genético: son hereditarios. Además, se ha identificado la presencia de ciertas mutaciones en algunos genes específicos que constituye un factor de riesgo que aumenta las probabilidades de padecer demencia.
De las palabras griegas athero (que significa gruel o pasta) y sclerosis (que significa rigidez), la ateroesclerosis hace referencia al engrosamiento y el endurecimiento de las paredes de las arterias debido a la acumulación de placa. Esta placa está compuesta por colesterol, grasa, calcio y otras sustancias presentes en la sangre. Esta acumulación puede producir un estrechamiento de las arterias al punto de obstaculizar el riego de sangre rica en oxígeno al cerebro, lo que impide el funcionamiento correcto de las neuronas (células cerebrales) afectadas. Esta serie de acontecimientos, a su vez, trae aparejada la muerte de esas neuronas, así como de las conexiones de neurona a neurona relacionadas.
Según varios estudios recientes, el tabaquismo podría aumentar significativamente el riesgo de sufrir deterioro mental y demencia. Las personas que fuman corren un mayor riesgo de padecer ateroesclerosis y otros tipos de enfermedades vasculares, las cuales pueden ser las causas subyacentes del aumento del riesgo de sufrir demencia.
A través de determinados estudios se ha demostrado que beber grandes cantidades de alcohol aparentemente aumenta el riesgo de padecer demencia. Sin embargo, otros estudios han indicado que en las personas que beben de manera moderada, el riesgo de padecer demencia es menor en comparación con las personas que beben en exceso y aquellas que no beben en absoluto.
Tener niveles elevados de lipoproteínas de baja densidad (LDL) -lo que se conoce con el nombre de colesterol malo- parece aumentar significativamente el riesgo de padecer demencia vascular. Esto puede deberse, en parte, a la relación que existe entre la ateroesclerosis y el colesterol elevado.
Uno de los componentes fundamentales de la proteína, denominado homocisteína (un aminoácido), circula naturalmente por la sangre. Sin embargo, ciertos estudios recientes indican que los niveles de homocisteína en la sangre superiores al promedio predisponen a las personas a padecer una serie de enfermedades neurodegenerativas, incluidas la enfermedad de Alzheimer, la demencia vascular, el deterioro cognitivo y los accidentes cerebrovasculares.
Según determinados estudios recientes, tener diabetes puede estar asociado con un mayor riesgo de padecer tanto enfermedad de Alzheimer como demencia vascular. La diabetes mellitus también es un factor de riesgo conocido de la ateroesclerosis y los accidentes cerebrovasculares: dos afecciones que contribuyen a la demencia vascular.
Cada vez son más las investigaciones que indican que los factores psicológicos e inherentes a la experiencia pueden constituir un factor de riesgo de la demencia. Por ejemplo, se ha descubierto que el aislamiento social y la falta de participación regular en actividades estimulantes desde el punto de vista cognitivo pueden estar asociados con un mayor riesgo de padecer enfermedad de Alzheimer.
El DCL es una afección clínica que se caracteriza por lo siguiente: 1) la persona presenta una pérdida de la memoria mayor que la prevista para su edad, 2) la pérdida de la memoria es suficiente como para poder percibirse y medirse, y 3) el déficit no es lo suficientemente alto como para poner en riesgo la independencia de la persona; por ejemplo, la persona afectada todavía puede cuidar de sí misma y realizar sus actividades normales. Alrededor del 40 por ciento de las personas con DCL padecen enfermedad de Alzheimer (EA) en un lapso que no supera los tres años, lo que significa que las personas con DCL pueden o no presentar EA.
Ciertos estudios han demostrado que, al llegar a los 45 años, es frecuente que las personas con síndrome de Down presenten los factores característicos de la enfermedad de Alzheimer y la aparición relacionada de neurodegeneración, pérdida de células cerebrales, pérdida de la conexión de neurona a neurona y demencia.
Escrito por (en Inglés): Wendy Leonard, MPH
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Monti, MPH, MD