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La fiebre amarilla es una enfermedad grave y potencialmente mortal que produce síntomas parecidos a los de la gripe y se transmite mediante la picadura de un mosquito. Sus síntomas característicos son fiebre elevada e ictericia, y es más frecuente en ciertas partes de África y América del Sur. Esta enfermedad no tiene cura, pero puede prevenirse mediante la vacuna contra la fiebre amarilla.
La causa de la fiebre amarilla es el virus de la fiebre amarilla (VFA), también denominado flavivirus. Este virus se transmite mediante la picadura de mosquitos hembras, que se infectan cuando pican a monos o seres humanos y luego transmiten el virus al picar a una persona y succionar su sangre. La enfermedad no se contagia de una persona a otra.
Los mosquitos se reproducen en selvas tropicales, ambientes húmedos y semihúmedos y alrededor de masas de agua estancada. El contacto entre personas y mosquitos infectados, especialmente en áreas donde la población no recibió la vacuna contra la fiebre amarilla, puede generar epidemias menores.
Las personas que corren el riesgo de infectarse son aquellas que no recibieron la vacuna contra la gripe amarilla y quienes viven en áreas donde hay una población de mosquitos infectados. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se infectan alrededor de 200.000 personas todos los años (OMS). La mayoría de los casos se producen en 32 países de África, incluidos Ruanda y Sierra Leona, y en 13 países de América Latina, incluidos Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú (OMS).
Si se dan las condiciones, la fiebre amarilla también puede afectar a países en donde normalmente no hay casos de esta enfermedad.
Sin embargo, por algún motivo, nunca se registraron casos en Asia.
Los síntomas de la fiebre amarilla aparecen rápidamente, entre tres y seis días después de la exposición. Los signos iniciales son similares a los de la gripe e incluyen cefaleas, dolores musculares y articulares y fiebre. Luego, la enfermedad avanza en tres etapas que se describen a continuación.
Se la denomina etapa aguda y suele prolongarse durante entre tres y cuatro días. Además de cefaleas y fiebre, los pacientes quizás presenten sofocos, falta de apetito, escalofríos y dolor de espalda.
Se la denomina etapa de remisión y es el período en el cual desaparecen los síntomas y el paciente comienza a sentirse mejor. La mayoría de las personas se recuperan por completo durante esta etapa. No obstante, otras empeoran en un período de 24 horas.
Se la denomina etapa tóxica y es la más grave de todas. Los síntomas anteriores vuelven a aparecer y se suman otros nuevos, como disminución del volumen de orina, dolor abdominal y vómitos (a veces, con sangre). Entre los demás síntomas que aparecen en esta etapa, se incluyen problemas con el ritmo cardíaco, insuficiencia hepática (que puede manifestarse con ictericia, tonalidad amarillenta de la piel y los ojos), insuficiencia renal, convulsiones, delirio y posiblemente hemorragia nasal, bucal y ocular. Esta etapa de la enfermedad suele ser mortal.
Si ha viajado recientemente y presenta síntomas gripales, consulte al médico de inmediato. Si el médico detecta signos característicos de la fiebre amarilla, es probable que solicite un análisis de sangre. Además, le preguntará si ha viajado recientemente y determinará si los mosquitos de la fiebre amarilla son frecuentes en el área a la que viajó.
Los resultados del análisis de sangre confirmarán si usted tiene esta afección o no. Los técnicos de laboratorio buscarán signos del virus en sí o de los anticuerpos del sistema inmunitario que se acumulan en respuesta a la presencia del virus.
La fiebre amarilla no tiene cura, de modo que el tratamiento consiste en reducir los síntomas y tratar de reforzar la capacidad del organismo para combatir la infección. El tratamiento puede incluir lo siguiente:
Según la OMS, la mitad de los pacientes que ingresan en la etapa tóxica mueren en un período de entre 10 y 14 días, mientras que el resto se recupera por completo (OMS). Según los Centers for Disease Control and Prevention [Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC], mueren entre el 20 y el 50 por ciento de los pacientes que presentan un caso grave (CDC). Los adultos mayores y quienes tienen el sistema inmunitario debilitado son más propensos a sufrir complicaciones graves.
Recibir la vacuna es el único método de prevención. Esta se administra en una inyección única y contiene una versión viva y menos peligrosa del virus que permite que el organismo genere inmunidad. Los CDC recomiendan que todas las personas de entre 9 meses y 59 años que viajen a áreas con riesgo de fiebre amarilla reciban la vacuna. (Puede encontrar las áreas de posibles infecciones en www.cdc.gov/travel).
Las personas con alergias graves a los huevos, las proteínas de pollo o la gelatina no deben recibir la vacuna. Los bebés menores de 6 meses y las personas con VIH o SIDA u otras enfermedades que afecten el sistema inmunitario tampoco deben recibirla. Aquellas personas de más de 60 años que estén pensando en viajar a un área de riesgo deben analizar con el médico la posibilidad de recibir la vacuna. Si es posible, los bebés de entre 6 y 8 meses y las madres que estén amamantando deben posponer el viaje a estas áreas o consultar al médico para analizar la posibilidad de recibir la vacuna.
La vacuna se considera muy segura y una única dosis ofrece protección durante al menos 10 años. Entre los efectos secundarios, se incluyen cefaleas leves, dolores musculares, cansancio y febrícula.
Otros métodos de prevención consisten en usar repelente de insectos, llevar ropa que reduzca el riesgo de sufrir picaduras de mosquitos y permanecer adentro durante las horas de riesgo máximo de picadura.
Escrito por (en Inglés): Colleen Story
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD