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Una fobia es una reacción de miedo excesivo e irracional. Quienes padecen una fobia tienen sentimientos profundos de terror, y a veces de pánico, al encontrarse con la fuente del miedo que las aqueja. Pueden temerle a un lugar, una situación o un objeto determinados. A diferencia de los trastornos de ansiedad generales, una fobia generalmente se asocia a algo específico.
El impacto de una fobia puede variar de molesto a gravemente incapacitante. Las personas que sufren de fobias a menudo saben que el miedo que sienten es irracional, pero no pueden evitarlo. Estos miedos pueden repercutir en el trabajo, en la escuela y en las relaciones personales de quien padece la fobia. Si usted tiene un miedo que le impide llevar una vida normal, debe consultar al médico para recibir ayuda. Alrededor de 19 millones de estadounidenses sufren de alguna fobia que les ocasiona problemas en las diferentes áreas de la vida (Anxiety and Depression Association of America [Asociación de Ansiedad y Depresión de los Estados Unidos, ADAA]).
Las fobias pueden ser causadas por factores genéticos y ambientales. Los niños que tienen familiares cercanos que padecen un trastorno de ansiedad son más propensos a sufrir fobias. Los acontecimientos angustiantes también pueden dar lugar a las fobias, así como la exposición a espacios cerrados, las temperaturas extremas, los ahogamientos o las picaduras o mordeduras de insectos o animales.
Muchas veces, las fobias se manifiestan en pacientes que ya padecen afecciones médicas o problemas de salud. La incidencia de la aparición de fobias también aumenta después de sufrir lesiones cerebrales traumáticas. El consumo excesivo de drogas y la depresión también se ha asociado a la manifestación de fobias.
La American Psychiatric Association [Asociación Psiquiátrica Estadounidense, APA] reconoce más de 100 fobias diferentes. A continuación, se incluyen algunas de las fobias más frecuentes y algunas fobias específicas.
La agorafobia es el miedo a los lugares o las situaciones de los cuales no es posible escapar. La palabra hace referencia a un miedo a los espacios abiertos. Las personas agorafóbicas le temen a las grandes multitudes o a quedarse encerradas afuera de casa completamente expuestas. Suelen evitar por completo las situaciones sociales y tienden a permanecer en sus hogares.
Muchas personas agorafóbicas le temen a la posibilidad de sufrir un ataque de pánico en un lugar del cual no puedan escapar. Es posible que quienes padecen problemas de salud crónicos le teman a la posibilidad de tener una emergencia médica en un lugar público donde no haya ayuda disponible.
La fobia social, también denominada trastorno de ansiedad social, consiste en una preocupación extrema en relación con situaciones sociales que puede llevar al aislamiento. Una fobia social puede ser tan grave que la persona puede entrar en pánico incluso ante las interacciones sociales más básicas, como ordenar un plato en un restaurante o atender el teléfono. Al igual que sucede con las demás fobias, la persona reconoce que el miedo es irracional, pero no puede hacer nada para detenerlo. Las personas que sufren de fobia social se complican la vida para evitar situaciones públicas.
Muchas personas no se sienten a gusto con determinados objetos o situaciones. Sin embargo, para considerarse una fobia propiamente dicha, es necesario que el miedo interfiera en la vida cotidiana. Entre las fobias más frecuentes, se incluyen las siguientes:
Glosofobia: ansiedad escénica o miedo a hablar ante una audiencia. Las personas que sufren de esta fobia presentan síntomas físicos graves incluso de solo pensar en pararse frente a un grupo de personas.
Acrofobia: miedo a las alturas. Las personas que sufren de esta fobia suelen evitar montañas, puentes o los pisos más altos de un edificio. Entre los síntomas de este tipo de fobia, se incluyen vértigo, mareos y la sensación de no poder controlar el deseo incontenible de saltar.
Claustrofobia: miedo a los espacios cerrados o pequeños. La claustrofobia grave puede ser particularmente incapacitante si impide viajar en automóvil o usar el ascensor.
Aviatofobia: miedo a volar. Se estima que el 10 por ciento de la población evita viajar en avión debido a esta fobia.
Dentofobia: miedo al odontólogo o a los procedimientos odontológicos. Esta fobia suele ser el resultado de una experiencia desagradable en el consultorio odontológico. El problema es que puede impedirle recibir la atención odontológica que necesita.
Hemofobia: miedo a la sangre o a las lesiones. Las personas que sufren de hemofobia pueden desmayarse al estar en contacto con la sangre, ya sea la propia o la de otra persona.
Fobias a los animales o a los insectos: las más frecuentes son la aracnofobia (miedo a las arañas), la cinofobia (miedo a los perros) y la ofidiofobia (miedo a las serpientes). Este tipo de fobias suele manifestarse a partir de temores normales de la infancia, pero puede guardar relación con una experiencia pasada, como la mordedura de un animal.
Nictofobia: miedo a la noche o a la oscuridad. Esta fobia casi siempre comienza como un temor típico de la infancia. Sin embargo, cuando el miedo persiste después de la adolescencia, se lo considera una fobia.
Las personas que presentan una predisposición genética a padecer ansiedad corren un riesgo mayor de sufrir fobias. Aparentemente, la edad, la situación socioeconómica y el sexo solo constituyen factores de riesgo para determinados tipos de fobia. Por ejemplo, las mujeres son más propensas a sufrir fobias a los animales, mientras que los niños o las personas de bajo nivel socioeconómico suelen sufrir fobias sociales. Por su parte, las fobias al odontólogo y al médico son más frecuentes en los hombres.
El síntoma más frecuente e incapacitante de las fobias es el ataque de pánico. Entre las características del ataque de pánico, se incluyen las siguientes:
Para recibir un diagnóstico preciso, no es necesario que la persona afectada sufra ataques de pánico. La intensidad de la ansiedad puede variar de una persona a otra.
El tratamiento contra las fobias puede incluir técnicas terapéuticas, medicamentos o una combinación de ambos.
El tratamiento terapéutico más frecuentemente usado contra las fobias es la terapia cognitivo-conductual (TCC). La TCC supone la exposición a la fuente del miedo, pero en un entorno controlado. Este tratamiento puede eliminar el condicionamiento de los pacientes y reducir la ansiedad. La terapia se centra en identificar y modificar los pensamientos negativos, las convicciones disfuncionales y las reacciones negativas al miedo. Las técnicas de TCC más novedosas utilizan la tecnología de realidad virtual para exponer a los pacientes a la fuente de la fobia de manera segura.
Los antidepresivos y los ansiolíticos pueden aliviar las reacciones físicas y mentales al miedo. Generalmente, los mejores resultados se logran con una combinación de medicamentos y terapia profesional.
Si tiene una fobia, es fundamental que busque tratamiento. Si bien superar una fobia no es tarea sencilla, es posible. Con el tratamiento adecuado, puede aprender a mantener los miedos que lo aquejan bajo control y llevar una vida productiva y plena.
Escrito por (en Inglés): Andrea Wodele and Matthew Solan
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD