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La gastritis es una inflamación del revestimiento del estómago. La duodenitis es una inflamación del duodeno o de la primera parte del intestino delgado, que está ubicada justo debajo del estómago. Tanto la gastritis como la duodenitis tienen las mismas causas y tratamientos. Ambos trastornos pueden ocurrirle a hombres y mujeres, así como a las personas de todas las edades. Estos trastornos son curables y en general no producen complicaciones duraderas.
La gastritis y la duodenitis pueden ser agudas o crónicas. Las formas agudas aparecen repentinamente y son de breve duración. Las formas crónicas pueden progresar lentamente y durar meses o años.
La causa más común de la gastritis y la duodenitis es una bacteria llamada Helicobacter pylori. Cuando grandes cantidades de la bacteria invaden el estómago e intestino delgado, puede ocurrir una inflamación.
La Helicobacter pylori puede transferirse de una persona a otra. También puede transmitirse a través de alimentos y agua contaminados, pero esto no es común en los Estados Unidos. Según National Digestive Diseases Information Clearinghouse [Repositorio Nacional de Información sobre Trastornos Digestivos], aproximadamente del 20 al 50% de las personas en los Estados Unidos podrían estar infectadas con Helicobacter pylori y hasta un 80% de las personas en los países en desarrollo están infectadas con la bacteria (NDDIC, 2012).
Otras causas comunes de la gastritis y la duodenitis incluyen el uso a largo plazo de ciertos medicamentos, tales como aspirina, ibuprofeno o naproxeno, o el consumo excesivo de alcohol.
Entre las causas menos comunes se incluyen las siguientes:
La enfermedad inflamatoria de los intestinos (EII) es una inflamación crónica de todo o parte del tracto digestivo. Se desconoce la causa exacta, sin embargo los médicos creen que la EII pudiera ser hereditaria o consecuencia de trastornos inmunitarios. Entre los ejemplos de EII se incluyen la colitis ulcerativa (inflamación del colon y del recto) y la enfermedad de Crohn, que puede afectar cualquier parte del tracto digestivo y a menudo se disemina más allá del recubrimiento intestinal y afecta otros tejidos.
Un estudio publicado en Inflammatory Bowel Diseases [Enfermedades Intestinales Inflamatorias] informa que las personas con una enfermedad intestinal inflamatoria tienen muchas más probabilidades de tener alguna forma de gastritis o duodenitis que no sea provocada por la bacteria Helicobacter pylori que las personas que no tienen dicha enfermedad (Sonnenberg y otros, 2010).
La gastritis y la duodenitis no siempre producen signos o síntomas. Cuando lo hacen, los síntomas entre comunes están los siguientes:
En algunos casos, las heces pueden ser de color negro y el vómito puede parecer café molido, lo que puede indicar un desangramiento interno. Si presenta alguno de estos síntomas, comuníquese con el médico de inmediato.
Hay diversas pruebas que el médico puede utilizar para diagnosticar la gastritis y la duodenitis. La bacteria Helicobacter pylori puede detectarse por medio de pruebas de sangre, heces o aliento. Para la prueba de aliento, se le indicará que beba un líquido transparente sin sabor y que luego respire en una bolsa. Si está infectado por Helicobacter pylori, se podrá detectar un exceso de dióxido de carbono en el aliento.
El doctor también podría realizar una endoscopía superior con biopsia. Durante este procedimiento, se bajará una pequeña cámara unida a un tubo flexible, largo y delgado (un endoscopio) por la garganta para observar el estómago o el intestino delgado y detectar inflamaciones. Si no se puede detectar visualmente una inflamación, el médico podrá tomar algunas muestras pequeñas de tejido para hacer análisis adicionales.
Dependiendo de la causa del trastorno, los síntomas podrían desaparecer sin tratamiento. El tipo de cuidado que reciba dependerá de la causa y la gravedad de la gastritis o duodenitis. Normalmente, la gastritis y la duodenitis desaparecen sin complicaciones.
Las infecciones de Helicobacter pylori se tratan con antibióticos. El médico puede recomendar una combinación de fármacos para destruir la infección y será necesario que la mayoría de las personas tomen antibióticos por dos semanas o más.
Podrían recomendarle bloqueadores de ácidos de venta libre (medicamentos que reducen la cantidad de ácido liberada en el tubo digestivo) tales como cimetidina (Tagamet), famotidina (Pepcid) y ranitidina (Zantac).
También se utilizan para tratar estos trastornos los inhibidores de la bomba protónica (medicamentos que bloquean las células que producen ácido) tales como esomeprazol (Nexium), lansoprazol (Prevacid) y omeprazol (Prilosec). El médico podría recetarle fuertes reductores de acidez para impedir que el ácido del estómago irrite el recubrimiento del tracto digestivo.
El médico podría sugerirle antiácidos tales como Rolaids(r), carbonato de calcio (Tums), Alka-Seltzer o hidróxido de magnesio (leche de magnesia) para neutralizar el ácido estomacal y aliviar el dolor. Los antiácidos pueden impedir que el organismo absorba otros medicamentos, así que se recomienda que tome los antiácidos al menos una hora antes de otros medicamentos para evitar este efecto secundario.
Evite fumar y consumir alcohol, alimentos condimentados, bebidas ácidas y medicamentos (tales como aspirina) que le hagan daño al estómago. Todos estos pueden empeorar los síntomas.
Los casos sin tratar de gastritis y/o duodenitis pueden volverse crónicos. Esto puede provocar úlceras y hemorragias estomacales. En casos poco comunes, el adelgazamiento extenso del recubrimiento del estómago puede cambiar las células de este recubrimiento con el transcurso del tiempo, lo cual aumenta el riesgo de tener cáncer de estómago.
Haga una cita con el médico si los síntomas no desaparecen con el tratamiento. Llame de inmediato al médico si presenta lo siguiente:
Escrito por (en Inglés): Rose Kivi
Revisado médicamente (en Inglés)
: Brenda B. Spriggs, MD, MPH, FACP