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La enfermedad injerto contra huésped (EICH) es una reacción que se produce después de un alotrasplante de médula ósea. En un alotrasplante, intervienen un donante y un receptor, es decir, dos personas distintas. Un paciente también puede recibir un trasplante de células de su propia médula ósea. Este procedimiento, que se realiza cuando el paciente va a recibir un tratamiento que provocará daños en estas células, se denomina autotrasplante de médula ósea.
Las células de la médula ósea son uno de los componentes principales del sistema inmunitario. En el caso de la EICH, las células trasplantadas ven el organismo del receptor como un cuerpo extraño, por lo que atacan al huésped, que es el receptor; de allí el nombre de la afección.
La EICH es sumamente frecuente después de un trasplante de médula ósea. Sin embargo, suele desaparecer una vez que el trasplante se ha afianzado correctamente en el organismo.
La enfermedad injerto contra huésped puede adquirir dos formas: aguda y crónica.
La EICH aguda se produce algunas semanas después de recibir un trasplante de médula ósea. Por lo general, es el resultado de una incompatibilidad entre las células madre y la médula ósea del donante y las del receptor. Es importante que los antígenos leucocitarios humanos (ALH) del donante y del receptor sean compatibles, ya que, de lo contrario, la médula ósea del donante ve las células del receptor como cuerpos extraños y las ataca. Los receptores que reciben trasplantes de médula ósea incompatible son los que más riesgo corren de presentar esta afección. Aún así, la EICH puede producirse incluso cuando los antígenos leucocitarios humanos son perfectamente compatibles.
Con frecuencia, la EICH afecta la piel, el hígado y el aparato digestivo.
La EICH crónica tiene lugar durante un período más prolongado que la EICH aguda y su causa subyacente es la misma que la de la EICH aguda. Sin embargo, la reacción no es tan grave.
Es posible que quienes presentan EICH crónica no manifiesten síntomas durante varios meses. A veces, los síntomas no se manifiestan durante varios años. La EICH crónica puede afectar cualquier parte del organismo.
La EICH es más frecuente en pacientes que padecen leucemia y que se han sometido a un trasplante de médula ósea.
La leucemia es una forma de cáncer que se origina en las células de la médula ósea. La médula ósea es el área similar a una esponja donde se producen las células sanguíneas. En los pacientes con leucemia, la médula ósea crece de forma incontrolable, lo que da lugar a una producción excesiva de glóbulos blancos y a una producción insuficiente de glóbulos rojos. La leucemia puede conllevar complicaciones potencialmente mortales.
Las personas que presentan determinadas formas de leucemia probablemente necesiten un trasplante de médula ósea si los demás tratamientos resultan ineficaces. Entre los tipos de leucemia que se tratan con trasplantes de médula ósea, se incluyen los siguientes:
Si bien la causa exacta de la EICH no siempre es clara, los investigadores coinciden en que existen varios factores de riesgo que aumentan las probabilidades de padecer esta afección. El factor de riesgo principal es una incompatibilidad entre los antígenos leucocitarios humanos del receptor y del donante, la cual puede causar EICH tanto crónica como aguda.
Entre los demás factores de riesgo de la EICH aguda, pueden mencionarse los siguientes:
El factor de riesgo principal de la EICH crónica es tener antecedentes de EICH aguda.
Cuando las células de la médula ósea del donante comienzan a atacar las células del receptor, los síntomas pueden manifestarse en los diferentes sistemas.
Entre los síntomas cutáneos frecuentes que afectan a las personas que presentan EICH aguda, se incluyen los siguientes:
Entre los síntomas gastrointestinales, se incluyen los siguientes:
Entre los síntomas hepáticos, se incluyen los siguientes:
Entre los síntomas oculares, se incluyen los siguientes:
Si se sometió recientemente a un trasplante de médula ósea y manifiesta alguno de estos síntomas, consulte al médico.
Si usted ha recibido un trasplante de médula ósea y presenta los síntomas de la EICH, consulte al médico lo antes posible. Durante la consulta, infórmele sobre los síntomas que presenta, independientemente de cuán irrelevantes puedan parecerle.
Si el médico considera que usted podría tener EICH, le realizará un análisis de sangre para detectar niveles elevados de glóbulos blancos, que suelen indicar la presencia de una infección.
Si el análisis arroja un recuento elevado de glóbulos blancos, es posible que deban realizarle una biopsia de tejido. Por lo general, la biopsia se realiza mientras el paciente se encuentra sedado. También puede realizarse con anestesia local. Se extrae una muestra pequeña de tejido del área afectada por la EICH y se la envía al laboratorio para identificar anomalías.
En muchos casos, también se realiza un análisis de orina para detectar signos de infección o para descartar afecciones como la diabetes o infecciones en la vejiga.
El tratamiento principal consiste en el uso de inmunodepresores recetados. Estos medicamentos reducen la respuesta inmunitaria de las células del donante. Por lo general, se administran por vía intravenosa o en la forma de esteroides orales.
Normalmente, para tratar la EICH aguda se usan glucocorticoides en combinación con los siguientes medicamentos:
Por lo general, para tratar la EICH crónica se usan corticoesteroides en combinación con los siguientes medicamentos:
El tratamiento preventivo con inmunodepresores puede reducir el riesgo de sufrir EICH después de un trasplante. Generalmente, el paciente comienza a tomar estos medicamentos antes de someterse al trasplante y lo más probable es que el médico le recomiende continuar el tratamiento durante varios meses después de recibir el trasplante.
Según la Leukemia and Lymphoma Society [Sociedad de Leucemia y Linfoma], después de un año, el paciente que ha recibido un trasplante de médula ósea suele ingresar en un estado de tolerancia. En este período, se reduce la necesidad de tomar inmunodepresores (LLS).
Una vez transcurrido un año desde el trasplante, la mayoría de los receptores habrán producido linfocitos T nuevos que serán compatibles con las células del donante. Estas células compatibles impiden que la médula ósea del donante ataque las células del receptor.
Los pacientes que no ingresan en un estado de tolerancia posiblemente deban seguir tomando inmunodepresores durante más tiempo.
Escrito por (en Inglés): April Kahn
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD