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La hepatitis C es una enfermedad que causa inflamación e infección en el hígado. Se produce debido a una infección con el virus de la hepatitis C (VHC).
Existen dos tipos de hepatitis C: hepatitis aguda y hepatitis crónica. En el caso de la hepatitis C aguda, los síntomas comienzan rápidamente. En cambio, la hepatitis C crónica se presenta en el transcurso de meses, de modo que es posible que los síntomas no sean evidentes al principio. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que más de 130 a 170 millones de personas tienen hepatitis C crónica (OMS).
A diferencia de la hepatitis A y B, no existe vacuna contra la hepatitis C, aunque los esfuerzos por crearla continúan. La hepatitis C es altamente contagiosa, motivo por el cual la contrae una gran cantidad de personas. Según la OMS, la enfermedad se encuentra en todo el mundo, y Egipto tiene el porcentaje más alto de casos de hepatitis C crónica (OMS).
La hepatitis C se transmite a través de sangre infectada con el virus de la hepatitis C y
puede diseminarse de las siguientes maneras:
Algunos tipos de hepatitis se contagian por vía sexual, pero las probabilidades de que la hepatitis C se contagie a través de esa vía es menor que respecto de otras formas.
La hepatitis C se produce debido a una infección con el virus de la hepatitis C. Entre las personas que tienen más riesgo de contraerla, se encuentran las siguientes:
Según los Centers for Disease Control and Prevention [Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC], el 80 por ciento de las personas con hepatitis C no tienen síntomas (CDC). Si bien esta afirmación es real, algunas personas manifiestan que tienen síntomas de leves a intensos, como los siguientes:
Es posible que los síntomas no aparezcan de inmediato; pueden tardar de seis a siete semanas en aparecer.
Si considera los síntomas solamente, tal vez el médico no cuente con la evidencia suficiente para diagnosticar la hepatitis C. Es muy importante que le informe al médico si tuvo alguna situación de contacto posible con el virus de la hepatitis C.
Si el médico cree que usted tiene la afección, es posible que indique una serie de análisis de sangre para verificar los signos del virus de la hepatitis C. Mediante estos análisis, también puede medirse la cantidad de virus de hepatitis C presentes en la sangre. Si está infectado, puede someterse a una prueba de genotipo para determinar el tratamiento más adecuado en su caso.
Si el médico cree que tiene daño hepático, pedirá una prueba funcional hepática, que permite controlar la orina y la sangre para detectar signos de una cantidad elevada de enzimas hepáticas. De esta manera, el médico puede determinar si existe daño hepático.
Otro examen que puede realizarse para detectar daño hepático es una biopsia hepática. Para realizar una biopsia hepática, el médico extrae una pequeña muestra de tejido del hígado, que se analiza para detectar anomalías de las células.
Si bien existen varias opciones, el tratamiento generalmente se reserva para aquellos pacientes que presentan cirrosis hepática y afectación hepática de carácter grave y que no tienen ninguna otra afección que imposibilite el tratamiento. El médico puede decidir si es más probable que el tratamiento antivírico sea más beneficioso que dañino. Los médicos recomiendan reposo para que el organismo pueda recuperar la energía que necesita para luchar contra la enfermedad.
También puede implementarse un plan de alimentación para prevenir la desnutrición o la deshidratación. Según Mayo Clinic, algunas personas que padecen hepatitis C no necesitan tratamiento debido a que solo presentan anomalías hepáticas leves. Si ese es su caso, probablemente el médico desee controlar la función hepática mediante análisis de sangre periódicos (Mayo).
Las complicaciones de la hepatitis C son las siguientes:
Las complicaciones de la hepatitis C generalmente se producen en personas que padecen hepatitis C crónica.
El contagio del virus de la hepatitis C puede prevenirse de las siguientes maneras:
Escrito por (en Inglés): April Kahn
Revisado médicamente (en Inglés)
: Peter Rudd, MD