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El virus ECHO es uno de los tantos tipos de virus que se encuentran en el tracto gastrointestinal y, en su conjunto, se denominan enterovirus. Los enterovirus son el segundo tipo de virus más frecuente después de los rinovirus (virus del resfriado). La palabra ECHO proviene de enterovirus humano citopatógeno (Enteric Cytopathic Human Orphan en inglés).
Las infecciones por el virus ECHO y otros enterovirus son muy frecuentes. Los Centers for Disease Control and Prevention [Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC] estiman que existen entre 10 y 15 millones de infecciones por enterovirus sintomáticas en los Estados Unidos todos los años (CDC, 2011).
Una persona puede infectarse con este virus de muchas maneras, por ejemplo, por estar en contacto con heces contaminadas con el virus, respirar partículas de aire infectado o tocar superficies contaminadas.
Si bien la enfermedad que el virus provoca en los seres humanos suele ser muy leve, la infección puede ser grave en casos aislados.
El virus es muy frecuente y es posible infectarse al estar en contacto con secreciones respiratorias, como saliva o mucosidad de la nariz, o con heces de una persona infectada.
Asimismo, puede haber contagio a través del contacto directo con una persona infectada o del contacto con superficies u otros objetos del hogar contaminados, como utensilios para la carne o teléfonos. Los padres y las personas a cargo de niños pueden infectarse cuando cambian pañales a través de las heces de los bebés.
Cualquiera puede infectarse. Los adultos son más propensos a tener inmunidad a ciertos tipos de enterovirus, pero pueden infectarse de todos modos.
En los Estados Unidos, la infección es más frecuente durante el verano y el otoño.
La mayoría de las personas infectadas con el virus ECHO no manifiestan síntomas. En caso de tenerlos, suelen ser síntomas leves en las vías respiratorias superiores, similares a los de la gripe o una erupción cutánea. Entre otros síntomas frecuentes, se incluyen dolor de garganta y laringismo (dificultad para respirar y tos perruna).
Un síntoma menos frecuente es la meningitis vírica, que es la infección de las membranas que rodean el encéfalo y la médula espinal. La meningitis vírica puede ocasionar los siguientes síntomas:
Por lo general, esta afección no es grave y los síntomas suelen aparecer rápidamente y desaparecer a las dos semanas sin causar complicaciones.
Entre los síntomas poco frecuentes, se incluyen los siguientes:
Estos síntomas son poco frecuentes, pero pueden ser graves. La miocarditis puede provocar la muerte.
No suele haber complicaciones a largo plazo. Sin embargo, si la persona presenta encefalitis, que es el síntoma menos frecuente, quizás no se recupere por completo. Si el paciente presenta miocarditis, quizás necesite atención a largo plazo.
No existen pruebas de que se produzcan efectos perjudiciales en las embarazadas que se infectan con el virus ECHO. Sin embargo, para el recién nacido, el riesgo de contraer la infección es mayor si nace mientras la madre está infectada con el virus. La mayoría de los recién nacidos tienen síntomas leves.
En ocasiones poco frecuentes, el virus puede afectar los órganos del bebé y provocarle la muerte. El riesgo de que el bebé tenga una infección grave es más alto durante las dos primeras semanas posteriores al nacimiento.
No suelen realizarse análisis específicos para detectar el virus ECHO debido a que las infecciones por este virus suelen ser muy leves y en realidad no existen tratamientos disponibles.
Los siguientes análisis de laboratorio permiten confirmar la infección por el virus ECHO:
Por lo general, las infecciones por el virus ECHO desaparecen sin tratamiento. No existen tratamientos antivirales para este tipo de infecciones.
Este virus no puede prevenirse directamente y no existen vacunas contra él.
Controlar el contagio del virus puede ser difícil debido a que la mayoría de las personas infectadas no se enferman y no saben que portan el virus.
Lavarse las manos con frecuencia y mantener prácticas de higiene general, como limpiar y desinfectar superficies, especialmente en guarderías y otros entornos institucionales, pueden prevenir el contagio de este virus.
Las embarazadas infectadas con el virus ECHO deben mantener buenas prácticas de higiene personal durante el parto para no transmitir la infección al bebé.
Escrito por (en Inglés): Jacquelyn Cafasso
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD