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La demencia es un término amplio que hace referencia a un deterioro de la función cognitiva (como la capacidad de razonamiento, memoria y pensamiento) hasta el punto de interferir en la vida y las actividades cotidiana de una persona. Si bien no se la considera una enfermedad en sí misma, el término demencia pretende describir el espectro de gravedad que abarca, desde las etapas más leves hasta las más graves, independientemente de la causa.
Las causas más frecuentes son la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular. Sin embargo, hay muchas causas de la demencia. Algunas de los tipos de demencia se deben a la degeneración de las neuronas, mientras que otros se deben a problemas de otros sistemas corporales que producen disfunción neuronal.
El término neurodegenerativo significa que las neuronas (es decir, las células cerebrales) se degeneran de manera gradual (dejan de funcionar o funcionan incorrectamente y, finalmente, mueren). La muerte de las células cerebrales afecta las conexiones entre las neuronas, llamadas sinapsis (es decir, dónde y cómo se transmiten los mensajes en el cerebro). Esta desconexión puede provocar una variedad de disfunciones.
Si bien no hay una lista exhaustiva, a continuación se presentan algunas de las causas más frecuentes de la demencia:
La demencia verdadera es irreversible. Sin embargo, algunos problemas incluyen síntomas similares a los de la demencia; por ejemplo, diversos trastornos metabólicos que pueden ser reversibles con un tratamiento adecuado y oportuno (y sin ocasionar daños permanentes). Este es uno de los muchos motivos por los cuales es muy importante consultar al médico y realizar estudios de diagnóstico apenas se presenten los síntomas.
De vez en cuando, es absolutamente normal olvidarse cosas. Y el solo hecho de experimentar una pérdida de memoria no significa que una persona padezca demencia. Sin embargo, existe una diferencia entre los olvidos ocasionales y la clase de olvido que puede constituir un motivo de preocupación.
Olvidar quién es una persona, cómo realizar tareas habituales (por ejemplo, cómo usar el teléfono o volver a su hogar) o ser incapaz de comprender o retener información que se suministró de manera clara son señales de alerta que debe evaluar un profesional médico. Perderse en entornos conocidos (por ejemplo, al conducir hasta el supermercado) con frecuencia es una de las primeras señales de demencia.
Hasta un 25 por ciento de las personas mayores de 75 años y un 40 por ciento de las personas mayores de 80 años padece alguna forma de demencia. Además, con el aumento de la expectativa de vida y del tamaño en la población mayor de 65 años de 37 millones (en 2006) a aproximadamente 71,5 millones en 2030 (solo en los Estados Unidos), también aumenta la cantidad de personas con diagnóstico de demencia y la cantidad de personas que padecen demencia.
Los científicos de todo el mundo trabajan arduamente para comprender mejor todos los diferentes aspectos de la demencia a fin de poder desarrollar medidas preventivas (como vacunas), mejores herramientas de diagnóstico de detección temprana, tratamientos más eficaces y duraderos e incluso, una cura.
Por ejemplo, actualmente se encuentra en etapa final de prueba una vacuna conocida como bapineuzumab. Si bien no es una cura, esta vacuna ha demostrado que evita, y en algunos casos revierte, la acumulación de placas de amiloide en el cerebro. Las placas de amiloide (características de la enfermedad de Alzheimer) son masas densas y mayormente indisolubles (no solubles) de fragmentos de proteína que depositan una sustancia viscosa muy dañina en el exterior y alrededor de las células nerviosas del cerebro.
Además, hay una evidencia mayor de que los factores relativos al estilo de vida, como realizar actividad física regularmente y tener relaciones sociales, pueden ser formas eficaces de reducir el riesgo de padecer demencia.
Los científicos también están investigando nuevas posibilidades, como las siguientes: los factores genéticos, los diferentes neurotransmisores, la función de la inflamación, los factores que influyen en la muerte celular programada en el cerebro, las funciones de la proteína tau, al igual que las posibles funciones de la agresión oxidativa (es decir, las reacciones químicas que pueden dañar las proteínas, el ADN y los lípidos o grasas dentro de las células).
Escrito por (en Inglés): Wendy Leonard, MPH
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Monti, MPH, MD