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Un injerto óseo es una intervención quirúrgica utilizada para solucionar problemas relacionados con huesos o articulaciones. El injerto óseo o el trasplante de tejido óseo son útiles para reparar los huesos después de un traumatismo, problemas relacionados con las articulaciones o crecimiento de hueso alrededor de dispositivos implantados, como el reemplazo total de rodilla (RTR).
El hueso utilizado para un injerto óseo puede provenir de su propio cuerpo, de un donante o puede ser completamente artificial. Una vez que el paciente lo haya aceptado, el injerto óseo le proporcionará una trama en la cual podrá crecer el nuevo hueso vivo.
Los dos tipos más frecuentes de injerto óseo son los siguientes:
El tipo de injerto utilizado depende del tipo de lesión que el cirujano deba reparar. Los aloinjertos con frecuencia se utilizan para la reparación de la cadera, las rodillas o los huesos largos (brazos y piernas). Las ventajas son que (a) no es necesaria otra intervención para obtener el hueso y (b) reduce el riesgo de infecciones, ya que no se requieren incisiones ni intervenciones adicionales en el receptor.
El injerto óseo se realiza por muchos motivos, por ejemplo, lesiones y enfermedades. Existen cuatro motivos principales por los cuales se utilizan injertos óseos:
Todas las intervenciones quirúrgicas presentan riesgos de hemorragia, infección y reacciones a la anestesia. Los injertos óseos suponen estos riesgos y otros, que incluyen los siguientes:
Consulte al médico sobre los riesgos y lo que puede hacer para reducirlos al mínimo a fin de lograr una mejor comprensión del tema.
Antes de la intervención, el médico le realizará una exploración física completa y analizará sus antecedentes médicos. Este es el momento oportuno para informarle al médico sobre cualquier medicamento o suplemento que esté tomando, ya sea recetado o de venta libre.
Es muy probable que deba ayunar antes de la intervención, en caso de que no se trate de una intervención de emergencia. Esto se hace para evitar complicaciones mientras se encuentra bajo los efectos de la anestesia.
El médico le dará instrucciones completas sobre lo que debe hacer los días anteriores y el día de la intervención y es importante que siga esas instrucciones.
Antes de la intervención, el médico decidirá qué tipo de injerto óseo utilizará. Poco antes de que comience la operación, se le administrará anestesia general para que se duerma profunda y plácidamente. Un anestesiólogo controlará la anestesia y su recuperación.
El cirujano realizará una incisión en la piel, arriba del lugar donde se necesita el injerto. Luego le dará forma al hueso donado para que se adapte a la zona. El injerto se mantendrá en su lugar mediante el uso de diversos clavos, placas o tornillos.
Una vez que el injerto esté colocado de forma segura en su lugar, el cirujano cerrará la incisión con suturas y vendará la herida. Se utilizará un yeso o entablillado para darle apoyo al hueso mientras sana.
La recuperación de un injerto óseo depende del tamaño del injerto y de otras variables. La recuperación habitual puede demorar entre dos semanas y tres meses. Probablemente deba evitar la actividad física enérgica hasta que transcurran seis meses como máximo.
Para evitar la inflamación dolorosa, puede aplicar hielo y elevar la zona afectada por el injerto inmediatamente después de la intervención. Incluso si la lesión está enyesada, colocar bolsas de hielo sobre el yeso también puede ser de utilidad.
Durante la recuperación, deberá ejercitar los grupos musculares que no fueron afectados por la intervención para mantener el cuerpo en buen estado físico. Además, deberá seguir un régimen alimentario saludable que lo ayudará en el proceso de recuperación.
Una de las mejores decisiones que puede tomar (para ayudar a su cuerpo luego de la intervención y en general) es dejar de fumar. Fumar retrasa la cicatrización y el crecimiento del hueso. Las investigaciones han demostrado que, entre los fumadores, es mayor el índice de fracaso de los injertos óseos.
Escrito por (en Inglés): Brian Krans
Revisado médicamente (en Inglés)
: Brenda B. Spriggs, MD, MPH, FACP