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Los riñones son los encargados de filtrar el exceso de líquido y desechos de la sangre, que luego se eliminan a través de la orina.
El término insuficiencia renal crónica se refiere a la pérdida de la función renal durante meses o incluso años. En la etapa grave de la enfermedad, se acumula en el organismo un nivel peligroso de líquido y desechos. Esta afección se conoce también como enfermedad renal crónica.
La diabetes y la presión arterial elevada son las afecciones más frecuentes que pueden provocar insuficiencia renal crónica.
Otras causas son las siguientes:
Según las estadísticas, las personas que corren más riesgos de padecer insuficiencia renal crónica son aquellas que presentan las siguientes características:
Los pacientes que se encuentren en las etapas iniciales de la insuficiencia renal crónica a veces presentan síntomas y a veces no. Además, como muchos de los primeros signos de insuficiencia renal pueden confundirse fácilmente con otras enfermedades y afecciones, es difícil determinar un diagnóstico.
Entre los primeros síntomas, se incluyen los siguientes:
Si el daño causado en los riñones empeora, con el tiempo se presentarán los síntomas. Sin embargo, es probable que esto no suceda hasta que el daño sea bastante considerable.
Entre los síntomas de la etapa avanzada de la enfermedad se incluyen los siguientes:
La enfermedad renal crónica interfiere en la función de eliminación de toxinas del organismo, y provoca retención de desechos y líquido que puede derivar en complicaciones graves. Esta afección puede reducir la producción de glóbulos rojos y provocar presión arterial elevada, además de acumulación de líquido en los pulmones y otras partes del cuerpo. Cuando hay insuficiencia renal crónica, es posible que el organismo no reciba la cantidad adecuada de vitamina D, lo cual afecta la salud de los huesos. También puede causar lesiones nerviosas y convulsiones.
Si tiene presión arterial elevada, diabetes u otra afección que lo exponga a un riesgo mayor de padecer esta enfermedad, es probable que deba efectuarse un control de la función renal. Hágase controles periódicos e informe al médico si tiene algún síntoma atípico.
En la cita, el médico lo examinará exhaustivamente. Si la insuficiencia renal genera acumulación de líquido en los pulmones o el corazón, se examinarán estos órganos con un estetoscopio para obtener información clínica importante.
Si el médico sospecha que usted padece insuficiencia renal crónica, le indicará que se realice una serie de análisis. En los análisis de sangre para verificar la función renal es posible medir los niveles de desechos en la sangre, tales como la creatinina (producto de degradación de los músculos) y la urea (producto de degradación de las proteínas).
Además, se llevarán a cabo análisis de orina para detectar anomalías. Por ejemplo, en condiciones normales, suele haber cantidades insignificantes de proteínas en la orina. Pero si existe la enfermedad renal crónica, puede haber niveles elevados de proteínas en la orina meses o incluso años antes de que se manifiesten otros síntomas. El sedimento urinario y las células presentes en la orina también se examinarán en el laboratorio.
Las pruebas de diagnóstico por imágenes, como la ecografía, la RM y la TC proporcionarán detalles estructurales de los riñones.
Si el médico aún no está seguro de la causa de los síntomas, es posible que efectúe una biopsia, que podrá ser una biopsia cerrada (biopsia por punción) o una biopsia abierta.
Biopsia por punción: El área de acceso al riñón se limpia en profundidad, y durante la intervención se aplica una técnica de esterilización estricta para reducir los riesgos de infecciones. Para adormecer la zona y evitar molestias y dolor, se coloca anestesia local. El médico o técnico introducirán en el riñón una aguja especial para realizar la biopsia. A veces, se usa una TC o ecografías que utilizan ondas sonoras de alta frecuencia para guiar la inserción de la aguja. Esto se considera una intervención mínimamente lesiva y es la técnica que se utiliza en la mayoría de las biopsias de riñón.
Biopsia abierta: Durante esta intervención, deben aplicarse técnicas de esterilización estrictas y anestesia general; se realiza una incisión quirúrgica para que el riñón quede expuesto. Luego, se lleva a cabo la biopsia del riñón y se envía una muestra pequeña al laboratorio para un examen microscópico.
Los resultados de la exploración permitirán confirmar el diagnóstico y, posiblemente, la causa de la insuficiencia renal.
Si le diagnostican insuficiencia renal crónica, deberá someterse a análisis de sangre periódicos para medir el nivel de diferentes sustancias (como calcio, potasio, colesterol, sodio y magnesio). Además, deberá llevar a cabo análisis de la función renal constantemente para conocer los niveles de urea y creatinina.
No existe una cura para la insuficiencia renal crónica. Sin embargo, es posible tomar ciertas medidas para retrasar su avance.
Como la insuficiencia renal crónica está vinculada a la presión arterial elevada, es posible que el médico le indique medicamentos para controlar la presión arterial. Además, deberá seguir un régimen alimentario bajo en sal, ya que la sal puede aumentar la presión arterial.
Podría ser necesario tomar medicamentos llamados estatinas para reducir el nivel de colesterol.
A menudo, las personas con insuficiencia renal crónica tienen anemia, una afección que ocurre cuando el organismo no produce suficientes glóbulos rojos. En el caso de la enfermedad renal crónica, la hormona eritropoyetina (que es fundamental para la producción de glóbulos rojos) no se produce de forma normal, por lo que quizás el paciente necesite un suplemento de esta hormona para aumentar la cantidad de glóbulos rojos. Como el organismo necesita hierro para producir glóbulos rojos, el médico tal vez le recete comprimidos o vacunas de hierro. En algunos casos, es necesario efectuar una transfusión de sangre para mejorar la salud de los glóbulos rojos.
Si el problema renal causa retención de líquido, pueden recetarse diuréticos para aliviar la hinchazón. Estos medicamentos ayudan a orinar frecuentemente.
Los suplementos de calcio y vitamina D permiten proteger los huesos. Si tiene enfermedad renal crónica, los niveles de vitamina D, que es fundamental para la absorción de calcio, serán inferiores a los normales. El consumo de vitamina D permitirá reducir el riesgo de sufrir fracturas. Otra consecuencia de la insuficiencia renal es un nivel elevado de fosfato, que puede reducir la capacidad del organismo de absorber el calcio. El médico tal vez le recete quelantes de fosfato, un tipo de medicamentos que permite controlar los niveles de fosfato.
El síntoma de picazón en la piel puede aliviarse con antihistamínicos y las náuseas pueden evitarse con antieméticos.
Quizás también deba modificar el régimen alimentario. Los pacientes con insuficiencia renal crónica, por lo general, deben reducir la ingesta de proteínas ya que a medida que el organismo procesa las proteínas, genera desechos, que luego los riñones deben encargarse de filtrar. El trabajo de los riñones se facilita si se sigue un régimen alimentario bajo en proteínas.
Además, tal vez deba controlar los niveles de sal, potasio y fosfato ingeridos. Consulte a un nutricionista para saber cuánta cantidad de estas sustancias debería consumir.
Acostúmbrese a leer las etiquetas. Aunque no le agregue sal de mesa a la comida, la mayoría de los alimentos preparados, como las sopas en lata o la comida rápida, ya contienen niveles altos de sodio.
Infórmese acerca de cuáles son los alimentos con alto y bajo contenido de potasio. Los riñones son los responsables de filtrar el exceso de potasio y expulsarlo del organismo. Sin embargo, cuando no funcionan bien, no pueden hacerlo de forma adecuada. En las personas que padecen de insuficiencia renal crónica, un nivel alto de potasio (hiperpotasiemia) puede provocar el funcionamiento anormal del corazón o una parálisis y, como consecuencia, ocasionar la muerte. Los regímenes alimentarios bajos en sodio deben incluir coles, judías verdes, fresas y uvas.
Además, es posible que los riñones tampoco puedan procesar el fosfato. El fosfato es otro producto que puede disminuir la capacidad del organismo de absorber el calcio. Entre los alimentos con alto contenido de fosfato se incluyen los productos lácteos, los huevos y la carne; tal vez deba consumirlos en cantidades menores.
También pueden recomendarle que limite el consumo de líquido, de modo que los riñones no tengan que trabajar tanto.
Los pacientes con insuficiencia renal crónica suelen perder peso. Para consumir la cantidad suficiente de calorías, ingiera solo los alimentos aprobados y recomendados por el nutricionista.
Entre otras consideraciones sobre el estilo de vida, se incluyen no fumar y estar al día con las vacunas, incluidas las vacunas contra la gripe. Hable con su médico sobre los suplementos y medicamentos de venta libre antes de consumirlos. Si hace consultas con otros médicos debido a otras afecciones, infórmeles siempre que tiene enfermedad renal crónica.
Si el intento de controlar su estado a través de regímenes alimentarios y medicamentos no da resultado, tal vez padezca de enfermedad renal terminal. En este caso, los riñones funcionan a solo el 10 a 15 por ciento de su capacidad total. En esta etapa, los riñones no son capaces de seguir eliminando los desechos al mismo ritmo que los producen. Las dos posibilidades de tratamiento son diálisis y trasplante de riñón. Los médicos intentarán posponer estas opciones tanto como sea posible, ya que ambas conllevan riesgos graves.
La diálisis es un proceso mediante el cual se filtran los desechos y se retira el exceso de líquido de la sangre. Existen muchas formas de hacerlo: Los dos tipos más conocidos de diálisis son la hemodiálisis y la diálisis peritoneal. En el caso de la hemodiálisis, la sangre se filtra fuera del organismo, en una máquina. En cuanto a la diálisis peritoneal, la cavidad abdominal se llena con una solución especial a través de un catéter. Esta solución absorbe el exceso de líquido y los desechos, y luego se drena del organismo.
Como la diálisis debe llevarse a cabo, por lo general, varias veces a la semana, esto implica un cambio significativo en el estilo de vida. La diálisis también conlleva riesgos de infecciones.
El trasplante de riñón resulta más conveniente que la diálisis, si es posible encontrar un donante adecuado. El donante debe tener el mismo tipo de sangre que el receptor. Por lo general, se prefiere el riñón de un hermano sano o de otros parientes directos. También es posible recibir el riñón de un donante cadavérico.
Algunas personas con insuficiencia renal crónica viven durante muchos años. Esto solo puede lograrse si se detiene el avance del deterioro de los riñones a través del régimen alimentario y medicamentos. Para ello, deberá seguir un régimen saludable para los riñones de por vida.
Sin embargo, si llega a la etapa de enfermedad renal terminal, deberá hacerse diálisis o recibir un trasplante de riñón. Si no se llevan a cabo dichas intervenciones, esta enfermedad puede ser mortal.
La salud de los riñones, además, afecta otros órganos o sistemas. Entre las complicaciones posibles de la insuficiencia renal se incluyen insuficiencia cardíaca, insuficiencia hepática, daños en los nervios, accidente cerebrovascular, acumulación de líquido en los pulmones, esterilidad, disfunción eréctil, demencia y fracturas.
Es probable que los niños con insuficiencia renal no crezcan adecuadamente, ya que el riñón no es capaz de activar la vitamina D, que es esencial para el crecimiento de los huesos.
La insuficiencia renal puede ser muy peligrosa para las embarazadas y los bebés por nacer. Aquellas embarazadas que tienen insuficiencia renal corren un riesgo más alto de padecer preeclampsia. La preeclampsia es un aumento temporal en la presión arterial que puede causar hemorragias cerebrales o hepáticas, que representan un riesgo de muerte para la mujer y su bebé.
La mayoría de las formas de prevenir la insuficiencia renal son prácticas generales para llevar una vida saludable. A continuación, se especifican algunas pautas:
Escrito por (en Inglés): Teresa Bergen
Revisado médicamente (en Inglés)
: Brenda B. Spriggs, MD, MPH, FACP