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La acrodermatitis es una afección de la piel que típicamente afecta a niños de entre 6 meses y 12 años. El nombre completo de la enfermedad es acrodermatitis papular infantil y también se la conoce como síndrome de Gianotti-Crosti. Si bien es poco frecuente, los niños que conviven con sus pares o que viven cerca de otros niños pueden tener la enfermedad al mismo tiempo. Esta afección causa fiebre, cansancio y ampollas rojas y moradas que provocan picazón.
Si bien se desconoce la causa exacta de la acrodermatitis, se la vincula a diferentes virus en todo el mundo. El virus de Epstein-Barr es el que frecuentemente se asocia con la acrodermatitis en los Estados Unidos. Se cree que otros virus, como el citomegalovirus, los virus paragripales y los virus respiratorios sinciciales, también influyen en la enfermedad.
En el transcurso de tres o cuatro días, se manifiesta una erupción en la piel del niño caracterizada por manchas rojas. Estas manchas pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero suelen ser más frecuentes en los brazos, los muslos y las nalgas. La enfermedad generalmente comienza en las piernas y se extiende hacia la parte superior del cuerpo hasta llegar al rostro. A medida que la enfermedad avanza, las manchas rojas de las piernas pueden adquirir una tonalidad morada. Esto se debe a que las áreas afectadas reciben la sangre proveniente de capilares muy pequeños. Las manchas luego se convierten en ampollas llenas de líquido que provocan picazón.
Puede haber inflamación y dolor a la palpación en el abdomen y los ganglios linfáticos. Estos síntomas pueden durar entre dos y tres meses.
La aparición de una mancha de color cobrizo en la piel también puede ser un signo de acrodermatitis. Lo más probable es que esta mancha sea plana y se sienta firme al tacto. Si la causa de la acrodermatitis es la hepatitis B, la piel y los ojos adquirirán un tinte amarillento. Este es un signo de ictericia. La ictericia suele aparecer a los 20 días de la manifestación de los primeros síntomas.
La acrodermatitis también suele afectar a los hermanos de los niños que tuvieron la afección, a veces hasta un año después de la aparición del primer caso. Se cree que los niños que tuvieron la enfermedad siguen siendo portadores incluso después de la desaparición de todos los signos característicos. En algunos casos, los niños con síndrome de Down han mostrado un riesgo ligeramente mayor de padecer acrodermatitis que otros niños.
Si bien el médico puede diagnosticar la acrodermatitis con tan solo observar la erupción cutánea y hacerle unas cuantas preguntas sobre los síntomas, es probable que realice una serie de pruebas antes de ofrecer un diagnóstico. También pueden solicitarse pruebas funcionales hepáticas junto con otros análisis para detectar la presencia de virus. Como la hepatitis B es una posible causa de acrodermatitis, el médico probablemente realice un análisis para determinar si el niño padece esta enfermedad. Puede ser necesario realizar una biopsia de piel así como un análisis para verificar los niveles de cinc a fin de descartar la forma menos frecuente de acrodermatitis, denominada acrodermatitis enteropática genética.
La acrodermatitis en sí misma no requiere tratamiento y suele desaparecer espontáneamente y sin complicaciones. Sin embargo, el médico tratará de determinar la causa subyacente y orientará cualquier tratamiento en esa dirección. Pueden utilizarse cremas con hidrocortisona para aliviar la picazón. Además, en el caso de los niños alérgicos, pueden recetarse antihistamínicos. Las erupciones cutáneas producidas por la acrodermatitis suelen desaparecer espontáneamente alrededor de cuatro o cinco semanas después de la erupción inicial. No obstante, pueden extenderse hasta incluso cuatro meses.
Si se determina que la causa de la acrodermatitis es la hepatitis B, la recuperación del hígado puede llevar de seis meses a un año. La recidiva de la acrodermatitis no es muy frecuente.
Si su hijo presenta cualquiera de los síntomas de la acrodermatitis papular infantil, es importante que reciba atención médica lo antes posible. Es fundamental tratar la causa de la afección que aqueja a su hijo. Una vez finalizado el tratamiento, no suele haber efectos a largo plazo.
Escrito por (en Inglés): Carmella Wint and Matthew Solan
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD