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La neumonía atípica es una neumonía (una infección pulmonar) que no es causada por las bacterias que causan la neumonía típica. La neumonía típica tiende a ser más grave que la atípica.
Este tipo de neumonía a veces recibe el nombre de neumonía errante en referencia al hecho de que es menos grave que otras formas de infección pulmonar.
La neumonía atípica puede ser causada por tres tipos de bacteria diferentes:
Esta afección suele afectar a las personas de menos de 40 años de edad y es responsable del 15 al 50 por ciento de los casos de neumonía diagnosticados en niños en edad escolar y adultos.
Afecta con mayor frecuencia a las personas que viven o trabajan en áreas con una alta densidad de población, como escuelas, albergues para personas sin hogar y hogares grupales. Sin embargo, muchas personas a quienes se les diagnostica este tipo de neumonía no están expuestas a ningún factor de riesgo específico.
Esta afección es responsable del dos al seis por ciento de los casos de neumonía y presenta una tasa de mortalidad más elevada que los demás tipos de neumonía atípica.
Entre los factores de riesgo de este tipo de neumonía, se incluyen los siguientes:
Por lo general, este tipo de neumonía es causado por inhalar el aire exhalado por una persona infectada.
Este tipo de neumonía se produce durante todo el año y es responsable del cinco al 15 por ciento de los casos de neumonía. Presenta síntomas leves y rara vez causa la muerte.
Es más frecuente en niños en edad escolar. Según estimaciones científicas, la mitad de los adultos de los Estados Unidos padecieron este tipo de neumonía antes de cumplir los 20 años de edad.
En general, los síntomas asociados con la neumonía atípica son leves y, entre ellos, pueden incluirse los siguientes:
El médico le realizará una exploración física. Además, posiblemente sea necesaria una radiografía de tórax para realizar el diagnóstico, ya que esta prueba permite distinguir una neumonía de otras enfermedades respiratorias, como una bronquitis aguda.
Según los síntomas que se manifiesten, es posible que deba someterse a otras pruebas. Entre las pruebas que se utilizan para diagnosticar la neumonía, se incluyen las siguientes:
Se utilizan antibióticos para destruir las bacterias causantes de la afección. En casos leves, los antibióticos se administran por vía oral. Sin embargo, en casos más graves, es posible que la administración deba realizarse por vía intravenosa.
Algunas personas que padecen una neumonía atípica grave pueden requerir la administración de oxígeno complementario.
La mayoría de las personas que presentan neumonía por micoplasma o chlamydophila se recuperan por completo luego del tratamiento con antibióticos. No obstante, es importante no interrumpir el tratamiento, ya que si suspende los antibióticos antes de tiempo, corre el riesgo de volver a contraer la infección.
Si no se trata de manera oportuna, la neumonía atípica puede traer aparejadas complicaciones.
En la mayoría de los casos, la neumonía atípica solo provoca síntomas leves. Sin embargo, la neumonía por legionella puede ser muy grave e incluso mortal.
Escrito por (en Inglés): Elly Dock and Elizabeth Boskey, PhD
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD