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La metástasis en el hígado se trata de un tumor canceroso que ha llegado al hígado desde otra parte del cuerpo. También se le llama cáncer secundario de hígado. El cáncer primario de hígado se origina en el hígado.
En la mayoría de los casos, el cáncer de hígado es secundario.
Las células cancerosas de un tumor de metástasis hepática no son verdaderamente células hepáticas. Son células de la parte del cuerpo donde comenzó el cáncer primario (por ejemplo, células cancerosas de mama, colon o pulmón).
Otros nombres de este trastorno son:
Para comprender qué es la metástasis en el hígado, es importante entender qué papel cumple el hígado en el organismo. El hígado es el órgano más grande dentro del cuerpo y es vital para mantenerse vivo. Se divide en dos lóbulos y está situado debajo de la caja torácica y del pulmón derechos.
Las funciones del hígado son:
El hígado es uno de los órganos más importantes del cuerpo. Es imposible vivir sin un hígado que funcione.
El riesgo de que un cáncer se disemine (metastice) hacia el hígado depende de la ubicación del cáncer original. Los cánceres primarios que tienen mayor probabilidad de llegar al hígado son los cánceres de:
Incluso si el cáncer primario se extirpa (o se cree que se curó), años después igualmente podría producirse una metástasis en el hígado. Si ha tenido cáncer en alguna otra parte, es importante que sepa cuáles son los signos de la metástasis en el hígado y se haga chequeos periódicamente.
Hay seis pasos en el proceso de metástasis. No todos los cánceres siguen este proceso, pero la mayoría lo hacen.
Lamentablemente, podría no haber síntomas en las primeras etapas de la metástasis en el hígado. En etapas posteriores, el cáncer puede hacer que el hígado se inflame. Cuando sucede eso, podrían presentarse los siguientes síntomas:
Es importante que consulte a su médico de inmediato si presenta lo siguiente:
Llame al médico de inmediato si desarrolla síntomas de metástasis en el hígado. Si alguna vez ha tenido cáncer, visite a su médico con regularidad para que le haga un seguimiento.
Durante la exploración física, el médico podría sospechar que tiene cáncer de hígado si detecta bultos o si presenta cualquiera de los síntomas antes mencionados. Deberán hacerse diversos análisis para confirmar el diagnóstico. Algunos de esos análisis son:
En los análisis de función hepática, se analizan marcadores de la sangre, enzimas hepáticas y ciertas proteínas. Los marcadores del suero son sustancias que aparecen en la sangre y están vinculadas al cáncer. Cuando hay cáncer de hígado, suele haber un nivel más alto de alfa-fetoproteínas (AFP). Las enzimas hepáticas a menudo también están elevadas.
La tomografía computarizada (CT) es un tipo especial de radiografía con la cual se toman imágenes detalladas del tejido blando de los órganos. El tejido canceroso se asemeja a una tela apolillada.
En este estudio, a veces llamado sonograma, se utiliza ultrasonido para transmitir ondas de sonido de alta frecuencia a través del cuerpo. Esas ondas de sonido producen ecos. Los ecos se usan para crear imágenes computarizadas de las estructuras del cuerpo compuestas por tejido blando.
Las imágenes por resonancia magnética (IRM) crean imágenes extremadamente claras de los órganos internos y de las estructuras del cuerpo compuestas por tejido blando. Para ello se utilizan ondas de radio, un imán grande y una computadora.
Para la angiografía se inyecta una sustancia de contraste en una arteria. Cuando se toman imágenes del cuerpo a lo largo del recorrido de esa arteria, se obtienen imágenes de gran contraste de las estructuras internas.
El laparoscopio es un tubo angosto con una luz y un dispositivo para hacer una biopsia (muestra de tejido). El laparoscopio se inserta a través de una pequeña incisión, y las biopsias se estudian con un microscopio. La laparoscopía es el método más confiable y menos invasivo para diagnosticar cáncer.
Cuando se dispone de los resultados, el médico sigue un proceso llamado estadificación. Así se asigna un número (I a IV) al diagnóstico. Los valores corresponden desde un tumor localizado (I) hasta una metástasis sistémica (diseminación del cáncer) al torrente sanguíneo, el sistema linfático y otros órganos (II a IV).
En la actualidad hay varias opciones para tratar la metástasis del cáncer de hígado. En general, el tratamiento dependerá de lo siguiente:
En las terapias sistémicas para el cáncer se trata todo el organismo a través del torrente sanguíneo. Las diversas terapias son:
Quimioterapia: es una forma de tratamiento en la cual se usan fármacos para eliminar a las células cancerosas.
Terapia con modificador de respuesta biológica (BRM): para este tratamiento se usan ciertos anticuerpos, factores de crecimiento y vacunas. Estos agentes se preparan de modo que potencien la capacidad del sistema inmunitario para combatir el cáncer o para devolverle dicha capacidad. La terapia BRM también puede disminuir los efectos secundarios de otras terapias para el cáncer y para, en algunos casos, combatir los tumores directamente.
Tratamiento dirigido: se utilizan fármacos y otros agentes como anticuerpos monoclonales -que son anticuerpos creados en el laboratorio y diseñados para identificar partes específicas de las células cancerosas y atacarlas- para facilitar el tratamiento dirigido con fármacos, radiación o bloqueo del crecimiento de las células cancerosas (Mayo). Esta terapia puede tener menos efectos secundarios que otros tratamientos para el cáncer.
Terapia con hormonas: agrega, bloquea o elimina hormonas. Para el tratamiento contra el cáncer, se usa para enlentecer o detener el crecimiento de ciertos tipos de tumores (como el de mama y el de próstata).
Las terapias localizadas tienen como objetivo solamente las células del tumor y el tejido cercano a ellas. Puede usarse cuando el cáncer se detecta en forma temprana.
Para la radioterapia se utilizan rayos de energía de alta potencia para eliminar las células cancerosas y encoger los tumores. Las fuentes pueden ser:
Es posible hacer una extirpación cuando la cantidad de tumores es pequeña y se afecta solo un área pequeña del hígado.
En casi todos los casos, no hay cura para el cáncer de hígado. Sin embargo, los tratamientos actuales pueden aumentar las esperanzas de vida y aliviar los síntomas. Según American Cancer Society [Sociedad Estadounidense para el Cáncer], la tasa de supervivencia para el cáncer de hígado es aproximadamente 15%. En otras palabras, aproximadamente el 15% de las personas con cáncer de hígado podrían vivir 5 años más (ACS, 2012).
El éxito relativo del tratamiento depende de la ubicación del cáncer primario y de cuánto se ha diseminado hacia el hígado.
Actualmente se están investigando otras formas de combatir y wliminar las células cancerosas, como mediante la hiperestimulación de la respuesta inmunitaria y la obstaculización de los pasos individuales del proceso metastático.
Escrito por (en Inglés): Sandy Calhoun Rice
Revisado médicamente (en Inglés)
: Brenda B. Spriggs, MD, MPH, FACP