Join AARP
Get exclusive member benefits & effect social change. Join Today
Your email address is now confirmed.
You'll start receiving the latest news, benefits, events, and programs related to AARP's mission to empower people to choose how they live as they age.
You can also manage your communication preferences by updating your account at anytime. You will be asked to register or log in.
In the next 24 hours, you will receive an email to confirm your subscription to receive emails related to AARP volunteering. Once you confirm that subscription, you will regularly receive communications related to AARP volunteering. In the meantime, please feel free to search for ways to make a difference in your community at www.aarp.org/volunteer
Get exclusive member benefits & effect social change. Join Today
La obesidad es una epidemia en los Estados Unidos. Quienes la padecen corren un riesgo mayor de sufrir enfermedades graves, como diabetes de tipo 2, enfermedades cardíacas y cáncer. Según los Centers for Disease Control and Prevention [Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC], se estima que más de un tercio de los adultos estadounidenses (el 35,7 por ciento) y el 17 por ciento (12,5 millones) de niños y adolescentes estadounidenses son clínicamente obesos (CDC).
Se considera que una persona padece obesidad cuando tiene un índice de masa corporal (IMC) de 30 o más. El IMC es un cálculo que tiene en cuenta el peso y la estatura.
En pocas palabras, la obesidad se produce como consecuencia del consumo de más calorías que las que se queman al hacer las tareas cotidianas y actividad física. Con el tiempo, estas calorías sobrantes se acumulan y la persona aumenta de peso.
Entre las causas frecuentes de la obesidad, se incluyen las siguientes:
Existen algunas afecciones médicas que también pueden favorecer el aumento de peso, entre ellas, las siguientes:
Una mezcla compleja de factores genéticos, ambientales y psicológicos puede aumentar el riesgo de una persona de sufrir obesidad.
Según una encuesta recientemente realizada por The Endocrine Society [La Sociedad de Endocrinología], el 37 por ciento de los endocrinólogos (médicos que se especializan en las glándulas, que son las encargadas de producir las hormonas) determinaron que el 25 por ciento de sus pacientes obesos tienen problemas metabólicos que pueden haber contribuido a la obesidad que padecen (TES). Sin embargo, los pacientes pueden superar una predisposición genética si modifican determinados factores relativos al estilo de vida.
El entorno del paciente (su hogar, su trabajo y su comunidad) puede repercutir en cómo y con qué se alimenta y en su nivel de actividad física. Usted quizás nunca haya aprendido a preparar comidas saludables o considere que el presupuesto no le alcanza para optar por comidas más saludables. Si vive en un vecindario inseguro, quizás no cuente con un lugar adecuado para practicar algún deporte o salir a caminar o a correr.
A veces, la depresión puede provocar un aumento de peso, ya que es posible que la persona se refugie en la comida como una manera de satisfacer sus carencias emocionales.
Dejar de fumar es una excelente decisión, pero también puede provocar un aumento de peso. Por lo tanto, durante el proceso, es importante concentrarse en el régimen alimentario y la actividad física.
Los medicamentos como esteroides y determinados antidepresivos o píldoras anticonceptivas también pueden incrementar el riesgo de aumentar de peso.
La obesidad supone problemas mucho más graves que un simple aumento del peso. Cuando existe una desproporción desmedida entre la grasa corporal y la masa muscular, tanto los huesos como los órganos deben esforzarse más. Además, a raíz de esta desproporción, la inflamación del cuerpo aumenta, lo cual, según se cree, es una causa del cáncer. La obesidad también es una de las principales causas de la diabetes de tipo 2, que es una afección crónica que supone un cambio de vida rotundo.
Además, la obesidad se ha asociado a una serie de complicaciones médicas, algunas de las cuales son potencialmente mortales:
Las personas que tienen un IMC de 30 o más se consideran obesas. El índice de masa corporal es un cálculo aproximado del peso de una persona en relación con su estatura.
Entre las demás mediciones más exactas de la grasa corporal y de su distribución en el cuerpo, se incluyen el uso de un plicómetro para medir los pliegues cutáneos, el cálculo de la proporción entre cintura y cadera y pruebas de diagnóstico por imágenes como ecografía, tomografía computarizada (TC) y resonancia magnética (RM).
También es posible que el médico solicite determinadas pruebas para realizar el diagnóstico de obesidad y otros riesgos relacionados con esta afección. Entre ellas, se incluyen análisis de sangre para verificar los niveles de colesterol y glucemia, pruebas funcionales hepáticas, pruebas de la glándula tiroidea y pruebas cardíacas, como un electrocardiograma. Una medición de la grasa alrededor de la cintura también constituye un buen factor de predicción del riesgo de padecer enfermedades relacionadas con la obesidad.
Si usted sufre de obesidad y no ha logrado adelgazar por su cuenta, acuda al médico para recibir ayuda. En primer lugar, consulte a un médico clínico, quien podrá derivarlo a un especialista en problemas de peso que atienda en su área. Además, el médico, junto con un equipo conformado por un nutricionista, un terapeuta y otros profesionales médicos, puede trabajar junto a usted para ayudarlo a adelgazar.
El médico le brindará una serie de pautas para introducir cambios en el estilo de vida. Quizás le recomiende medicamentos o una cirugía para adelgazar.
El equipo médico puede brindarle información sobre cómo elegir opciones alimentarias más saludables y elaborar un plan alimentario que se adapte a sus necesidades. Un programa de ejercicios estructurado y un aumento de la actividad física diaria -hasta 300 minutos semanales- contribuirán a aumentar la fuerza y la resistencia y a mejorar el metabolismo. Mediante el asesoramiento psicológico o la participación en grupos de apoyo, podrá identificar factores desencadenantes poco saludables y aprenderá a afrontar la ansiedad, la depresión o los problemas alimentarios atribuibles a carencias emocionales.
Como complemento de los planes de alimentación saludable y actividad física, el médico también puede indicarle determinados medicamentos recetados para adelgazar. Por lo general, solo se recetan medicamentos si los demás métodos para adelgazar no resultan eficaces y si el paciente tiene un IMC de 27 o más además de problemas de salud relacionados con la obesidad.
Los medicamentos recetados para adelgazar actúan mediante la inhibición de la absorción de grasas o la inhibición del apetito aunque pueden tener efectos secundarios desagradables. Por ejemplo, el denominado Orlistat (Xenical) puede producir heces aceitosas y frecuentes, necesidad urgente de defecar y gases. El médico lo controlará atentamente mientras tome estos medicamentos.
La cirugía para adelgazar, comúnmente conocida como cirugía bariátrica, exige un compromiso de parte de los pacientes en relación con los cambios en el estilo de vida. Mediante este tipo de intervención quirúrgica, se limita la cantidad de alimentos que pueden consumirse sin sentir molestias o se impide que el organismo absorba los alimentos y las calorías (o, a veces, ambos).
La cirugía bariátrica no es una solución rápida, sino que se trata de una intervención quirúrgica compleja que conlleva riesgos graves. Después de la cirugía, deben modificarse los hábitos alimentarios y la cantidad de alimentos que se consumen, ya que, de lo contrario, pueden surgir complicaciones.
Para ser considerado apto para someterse a una cirugía bariátrica, el paciente debe tener un IMC de 40 o más o un IMC de entre 35 y 39,9 junto con algún problema de salud grave relacionado con la obesidad.
Generalmente, el paciente debe adelgazar antes de someterse a la cirugía. Además, debe recibir asesoramiento psicológico para asegurarse de que está preparado emocionalmente para afrontar la cirugía y que está dispuesto a incorporar todos los cambios en el estilo de vida que resulten necesarios.
Entre las opciones quirúrgicas, se incluyen las siguientes:
Según los CDC, durante los últimos 20 años, en los Estados Unidos han aumentado de manera drástica la obesidad y las enfermedades relacionadas con la obesidad (CDC). Por tal motivo, las comunidades, los estados y el gobierno federal hacen hoy hincapié en las opciones alimentarias y en las actividades saludables con el objetivo de revertir esta tendencia. Sin embargo, la responsabilidad de adoptar estos cambios le corresponde a cada paciente.
Para prevenir el aumento de peso es necesario adoptar un estilo de vida saludable. Propóngase como objetivo hacer actividad física moderada (como caminar, nadar o montar en bicicleta) durante 20 o 30 minutos todos los días. En su artículo Fitting in fitness: finding time for physical activity (Incorpore bienestar: cómo encontrar el tiempo para hacer actividad física), Mayo Clinic brinda muchas ideas creativas sobre cómo incorporar el ejercicio a una vida ajetreada (Mayo).
Adopte un régimen alimentario saludable: elija alimentos nutritivos como frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras. Si va a consumir alimentos hipercalóricos o con contenido alto de grasas, hágalo con moderación, por ejemplo, solo en acontecimientos especiales.
Escrito por (en Inglés): Danielle Moores
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD