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Los niños que tienen un índice de masa corporal (IMC) superior al 95 por ciento de sus pares se consideran obesos (Centers for Disease Control and Prevention [Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC]). Índice de masa corporal es un término que se usa para determinar la condición de una persona en función de su peso. Se calcula a partir de la estatura, el peso, la edad y el sexo.
La obesidad infantil es un problema médico grave que pone en riesgo la salud de los niños. Los niños que se enmarcan en la categoría de obesos tienen más que un simple sobrepeso y corren el riesgo de sufrir una serie de afecciones médicas crónicas. El deterioro de la salud causado por la obesidad infantil puede continuar hasta la adultez.
Según Mayo Clinic, la obesidad infantil no solo afecta la salud física. Los niños y adolescentes que tienen sobrepeso y obesidad pueden sufrir de depresión y tener una imagen negativa de sí mismos y una autoestima baja (Mayo Clinic).
Tanto los antecedentes familiares como los factores psicológicos y el estilo de vida constituyen elementos determinantes en la aparición de la obesidad infantil. Los niños cuyos padres u otros familiares tienen sobrepeso u obesidad son más propensos a sufrir estos mismos problemas. Sin embargo, la causa principal de la obesidad infantil es una combinación de comida en exceso y poca actividad física.
Un niño que mantiene un régimen alimentario inadecuado con contenido elevado de grasas y pocos nutrientes puede aumentar de peso rápidamente. La comida rápida, las golosinas y los refrescos son los culpables en la mayoría de los casos. Según una serie de estudios realizados por el Department of Health and Human Services [Departamento de Salud y Servicios Humanos, HHS] de los Estados Unidos, hasta el 52 por ciento de los adolescentes bebe 700 centímetros cúbicos o más de gaseosa por día (HHS).
La comida lista para consumir, como la comida congelada, los bocadillos salados y las pastas en lata, también puede contribuir a un aumento de peso poco saludable. Algunos niños se vuelven obesos porque sus padres no saben cómo elegir o preparar comidas saludables. En otras familias, las frutas y verduras frescas y la carne pueden no estar al alcance del presupuesto.
La actividad física inadecuada puede ser otra causa de la obesidad infantil. Las personas de cualquier edad tienden a aumentar de peso cuando son más sedentarias. La actividad física quema calorías y ayuda a mantener un peso saludable. Los niños que no reciben un estímulo para mantenerse activos no tienen la oportunidad de quemar calorías adicionales mediante la práctica de deportes, los juegos al aire libre u otras formas de actividad física.
Los problemas psicológicos también pueden causar obesidad en algunos niños. Los niños y adolescentes que están aburridos, estresados o deprimidos posiblemente encuentren en la comida una manera de lidiar con sus emociones negativas.
En los niños que sufren de obesidad, el riesgo de tener problemas de salud es mayor que entre sus pares que mantienen un peso saludable. Entre los riesgos más graves, se encuentran la diabetes, las enfermedades cardíacas y el asma.
La diabetes de tipo 2 es una afección en la cual el organismo no metaboliza la glucosa correctamente. Puede provocar enfermedades oculares, daño nervioso y disfunción renal. Los niños y los adultos que tienen sobrepeso son más propensos a padecer diabetes de tipo 2. Sin embargo, es posible revertir la afección mediante cambios en el régimen alimentario y el estilo de vida.
El aumento de los niveles de colesterol y presión arterial incrementa el riesgo de padecer enfermedades cardíacas en los niños obesos. Los alimentos con contenido alto de grasas y sal pueden causar un aumento de los niveles de colesterol y presión arterial. Dos de las complicaciones posibles de las enfermedades cardíacas son los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares.
El asma es una inflamación crónica de las vías respiratorias. El peso excesivo puede impedir que los pulmones se desarrollen correctamente. El asma y las infecciones respiratorias son riesgos posibles de la obesidad infantil.
Los niños y los adolescentes obesos también pueden sufrir trastornos del sueño, como el ronquido excesivo y la apnea del sueño. Esto se debe a que el peso de más en el área del cuello puede obstruir las vías respiratorias.
Al tener que soportar peso de más, su hijo también puede presentar rigidez, dolor y disminución de la amplitud de movimiento en las articulaciones. En muchos casos, los problemas articulares desaparecen al adelgazar.
Es absolutamente esencial modificar los hábitos alimentarios de los niños obesos. La mayoría de los niños comen lo que compran sus padres. Por lo tanto, la alimentación saludable debe comenzar en los adultos. Según el Department of Health and Human Services, la influencia de los padres es la que forma los patrones alimentarios de los niños (HHS).
Para comenzar con las reformas alimentarias, limite las golosinas y los refrescos en su hogar. Incluso las bebidas con un 100 por ciento de jugo contienen muchas calorías. Para reemplazarlas, sirva agua y leche descremada con las comidas. Reduzca el consumo de comidas rápidas y haga un esfuerzo consciente para cocinar en su hogar. Preparar una comida y comer juntos no solo es beneficioso en términos de nutrición, sino que también es una manera excelente de compartir tiempo con la familia.
Las comidas y los bocadillos deben llevar ingredientes frescos en lugar de alimentos procesados, productos de panificación o bocadillos salados. Pruebe con lo siguiente:
Si su hijo tiene sobrepeso u obesidad, seguramente adelgazará durante la transición a una alimentación más saludable. Consulte al pediatra si, pese a estos cambios, su hijo no adelgaza. Quizás necesite la ayuda de un nutricionista.
Aumente el nivel de actividad física de su hijo para ayudarlo a perder peso de manera segura. Haga hincapié en la palabra actividad en lugar de usar palabras como ejercicio o entrenamiento para mantenerlo interesado. Por ejemplo, para un niño de 7 años, jugar a la rayuela en el patio puede ser más atractivo que salir a correr. Una buena idea es alentar a su hijo a probar un deporte en el cual haya mostrado interés.
Busque actividades en las cuales pueda participar toda la familia y disfruten del tiempo compartido. Estas oportunidades no solo le permiten estrechar los lazos familiares, sino que ayudan a su hijo a aprender del ejemplo. Practicar senderismo, nadar o incluso jugar a la mancha pueden servir para mantener a su hijo activo y acercarlo al objetivo de un peso más saludable. Es importante variar las actividades para que los niños no se aburran.
También es aconsejable limitar el tiempo que su hijo pasa frente a la pantalla. Es muy probable que los niños que pasan varias horas mirando televisión, jugando en la computadora o usando el teléfono celular u otros dispositivos similares no hagan suficiente actividad física. Los niños sedentarios son más propensos a sufrir de obesidad.
Los CDC recomiendan que los niños hagan al menos una hora de actividad física para mantenerse saludables (CDC).
La obesidad infantil es un problema grave en los Estados Unidos. Sin embargo, con la educación y el apoyo adecuados, los niños pueden aprender maneras más saludables de afrontar sus problemas, preparar comidas y mantenerse activos. Este apoyo debe venir de los adultos que forman parte de la vida del niño: padres, maestros y demás cuidadores.
Escrito por (en Inglés): Erica Roth
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD