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Las arritmias pueden producirse como consecuencia de diversos factores. Pueden ser congénitas (presentes al nacer) o ser el resultado de factores medioambientales, tales como el estrés emocional o mental. Los hábitos tales como el tabaquismo, el consumo de alcohol y el uso de nicotina o de sustancias ilegales también pueden aumentar las probabilidades de que una persona padezca arritmia. También puede estar relacionada con otra afección, tal como la enfermedad de las arterias coronarias, una enfermedad cardíaca o la diabetes.
Con un trasfondo tan complejo de causas, la prevención de la arritmia se concentra, principalmente, en prevenir los síntomas y disminuir las probabilidades de empeoramiento de los síntomas o las afecciones.
En primer lugar, prevenir la arritmia o sus síntomas depende, en gran medida, de comprender la siguiente información:
Con la ayuda del médico, aísle los posibles factores desencadenantes o momentos en que los síntomas empeoran. Estos pueden ser situaciones estresantes en el trabajo, en su hogar o en la escuela. También pueden ser relaciones o conflictos personales. Los factores desencadenantes pueden ser sustancias tales como la cafeína, la nicotina y el alcohol. Si puede evitar estos factores desencadenantes o controlarlos de forma más saludable y productiva, es posible que pueda disminuir y eliminar los síntomas.
Mantener un régimen alimentario saludable y realizar actividad física al menos cinco días a la semana también puede aumentar la capacidad del organismo de controlar la arritmia, especialmente si los síntomas son provocados por el ejercicio o la actividad física. La actividad física aumenta la resistencia del corazón y disminuye las posibilidades de padecer problemas cardíacos en el futuro.
La nicotina y la cafeína son estimulantes que pueden aumentar la frecuencia cardíaca. Lo mismo sucede con algunos medicamentos de venta libre y sustancias ilegales. El alcohol puede disminuir la frecuencia cardíaca. Evitar estos hábitos y, con el tiempo, eliminarlos de su estilo de vida, puede disminuir los síntomas y episodios de arritmia. También disminuirá sus posibilidades de tener problemas de salud, tales como enfermedades cardíacas y cáncer, en el futuro.
Si la arritmia o los síntomas requieren atención médica (recuerde que muchas arritmias pasan desapercibidas y, a menudo, no presentan síntomas), debe contar con un plan de reacción pensado para satisfacer sus necesidades específicas. Esto puede suponer tomar medicamentos de inmediato, apenas comience a sentir los síntomas, o utilizar un ejercicio o maniobra bien practicados para ayudar a devolverle el ritmo al corazón. Converse estas cuestiones con el médico para asegurarse de contar con la mejor oportunidad de recuperarse de los síntomas de forma saludable.
Existen pruebas sólidas de que la mayoría de los estadounidenses no consumen suficiente cantidad de ácidos grasos omega 3. Se ha demostrado que estos ácidos disminuyen los episodios proarrítmicos en el corazón y el riesgo de sufrir una muerte cardíaca súbita. Las personas sin antecedentes de enfermedades cardíacas pueden tomar 500 mg por día para disminuir el riesgo de padecer una arritmia fatal, mientras que aquellas con enfermedades cardíacas subyacentes deberían tomar 1000 mg de ácidos grasos omega 3 por día.
Estos niveles pueden lograrse consumiendo dos comidas abundantes que incluyan pescado graso por semana; sin embargo, la mayoría de las personas pueden obtener una ingesta adecuada más fácilmente si toman un suplemento nutricional (tal como el aceite de pescado).
Escrito por (en Inglés): the Healthline Editorial Team
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Monti, MD