Join AARP
Get exclusive member benefits & effect social change. Join Today
Your email address is now confirmed.
You'll start receiving the latest news, benefits, events, and programs related to AARP's mission to empower people to choose how they live as they age.
You can also manage your communication preferences by updating your account at anytime. You will be asked to register or log in.
In the next 24 hours, you will receive an email to confirm your subscription to receive emails related to AARP volunteering. Once you confirm that subscription, you will regularly receive communications related to AARP volunteering. In the meantime, please feel free to search for ways to make a difference in your community at www.aarp.org/volunteer
Get exclusive member benefits & effect social change. Join Today
El útero es una estructura muscular que se mantiene en su lugar gracias a los músculos y ligamentos pélvicos. Si estos músculos o ligamentos se estiran o se debilitan, pierden la capacidad para sostener el útero; cuando el útero sobresale de su posición normal y se desliza hacia la vagina (canal de parto), se produce el prolapso.
El prolapso uterino puede ser incompleto o completo. Es incompleto cuando el útero solo se desliza parcialmente hacia la vagina y es completo cuando el útero está tan debajo de su posición normal que parte del tejido sobresale fuera de la vagina.
El riesgo de tener un prolapso uterino aumenta a medida que la mujer envejece y disminuye el nivel de estrógeno (la hormona que contribuye a que los músculos pélvicos se mantengan tensos). Los daños en los músculos y los tejidos pélvicos durante el embarazo y el parto también pueden contribuir al prolapso. Las mujeres que tuvieron más de un parto vaginal y las mujeres posmenopáusicas son las más propensas a tener un prolapso.
Según Cleveland Clinic, toda actividad que ejerza presión sobre los músculos pélvicos puede aumentar el riesgo de que se produzca un prolapso uterino. Entre los demás factores que pueden aumentar el riesgo, se incluyen la obesidad, la tos crónica, el estreñimiento crónico y las lesiones causadas durante el parto. (Cleveland Clinic, 2010).
Las mujeres que tienen un prolapso uterino leve quizás no presenten síntomas. Si el prolapso es de moderado a grave, tal vez provoque los siguientes síntomas:
Si usted tiene un prolapso uterino y presenta síntomas, es importante que consulte al médico y reciba tratamiento de inmediato. Sin la atención médica adecuada, pueden verse afectadas las funciones intestinales, vesicales y sexuales.
El médico puede diagnosticar la afección mediante una evaluación de los síntomas y un tacto vaginal, que es un examen que consiste en insertar un espéculo (dispositivo que permite ver la parte interna de la vagina) para examinar la cavidad vaginal y el útero. Es posible que el médico le indique que permanezca recostada o de pie.
Para determinar la gravedad del prolapso, tal vez le pida que haga fuerza como si fuera a defecar.
El tratamiento no siempre es necesario. Si se trata de un prolapso grave, pregúntele al médico cuál es la opción de tratamiento adecuada para usted.
Entre los tratamientos no quirúrgicos, se incluyen los siguientes:
Entre los procedimientos quirúrgicos, se incluyen los siguientes:
La cirugía suele ser eficaz, pero no se recomienda a las mujeres que piensan tener hijos en el futuro. El embarazo y el parto pueden ejercer una gran presión sobre los músculos pélvicos, lo cual puede revertir la reparación quirúrgica en el útero.
No siempre es posible prevenir el prolapso uterino. No obstante, pueden tomarse ciertas medidas para reducir el riesgo, por ejemplo, hacer actividad física de forma periódica, mantener un peso saludable, hacer ejercicios de Kegel y realizar estrogenoterapia restitutiva durante la menopausia.
Escrito por (en Inglés): Jaime Herndon
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD