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Los quistes vaginales son bolsillos cerrados llenos de aire, líquido o pus que se encuentran sobre la membrana interna de la vagina o por debajo de ella. Existen varios tipos de quistes vaginales, los cuales pueden ser causados por lesiones durante el parto, acumulación de líquido en las glándulas o la presencia de tumores benignos (no cancerosos) en el interior de la vagina.
Por lo general, los quistes no provocan síntomas, aunque pueden causar molestias leves. No suelen aumentar de tamaño y a menudo no requieren tratamiento. Sin embargo, algunos tipos de quistes pueden aumentar de tamaño, provocar dolor y comezón o aumentar el riesgo de contraer una infección.
Existen muchos tipos de quistes vaginales. Entre los más frecuentes, se incluyen los quistes de inclusión, los quistes del conducto de Gartner y los quistes de Bartolino.
Los quistes de inclusión vaginal son el tipo de quiste vaginal más frecuente. Pueden formarse durante el parto o después de una intervención quirúrgica. Este tipo de quistes es causado por una lesión en la pared vaginal.
El conducto de Gartner aparece durante la gestación de un feto en el útero y, por lo general, desaparece después del parto. Sin embargo, si el conducto permanece después de dar a luz, puede favorecer la acumulación de líquido y, más adelante, dar origen a un quiste en las paredes laterales de la vagina. Según un informe de 2011 publicado por Emergency Medicine News, alrededor del 25 por ciento de las mujeres adultas conserva los conductos de Gartner y aproximadamente un uno por ciento de estos conductos dará origen a la formación de quistes del conducto de Gartner (Letizia y Kelly, 2011).
La glándula de Bartolino está ubicada cerca del orificio de la vagina, en los labios vaginales. Si un pliegue de piel crece sobre esta glándula, puede acumularse líquido y formarse un quiste. Generalmente, los quistes son indoloros. Si el quiste se infecta, puede formarse un absceso, que es una acumulación de pus. Según American Family Physician (AFP), los quistes de Bartolino afectan a alrededor del dos por ciento de las mujeres (AFP, 1998).
Además, los tumores benignos (no cancerosos) en la vagina generalmente están formados por quistes.
Por lo general, los quistes vaginales no producen síntomas. Es posible notar una protuberancia pequeña que sobresale de la pared vaginal o sentir dolor o molestias al mantener relaciones sexuales o colocarse un tampón. Consulte al médico si nota un bulto o una protuberancia en la vagina.
Durante un tacto vaginal de rutina, el ginecólogo puede palpar una protuberancia en la pared vaginal. Un ginecólogo es un médico especializado en la prevención y el tratamiento de enfermedades de los órganos genitales. También es posible que indague sobre los antecedentes médicos y le pregunte qué síntomas ha manifestado (si es que ha tenido síntomas). Lo más probable es que le realice otras pruebas para descartar determinadas afecciones, entre las cuales se incluyen las siguientes:
Durante una exploración física de rutina, deben controlarse los quistes para evaluar si han aumentado de tamaño. Si el quiste aumenta de tamaño o causa síntomas graves, es posible que deba recurrirse a una intervención quirúrgica para extirparlo. Si causa una infección o un absceso, probablemente le receten antibióticos.
Los quistes vaginales no suelen conllevar complicaciones. Sin embargo, con el tiempo, pueden agrandarse, lo que puede aumentar el dolor y las molestias, así como el riesgo de infección. Una intervención quirúrgica para extirpar un quiste supone un riesgo de infección y otras complicaciones en el lugar de la ablación.
Por lo general, el pronóstico es muy favorable. Estos quistes generalmente son benignos y no suelen aumentar de tamaño. Además, por lo general, los quistes que se extirpan quirúrgicamente no vuelven a aparecer.
Escrito por (en Inglés): Jacquelyn Cafasso
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD