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La reparación de hernia diafragmática congénita es una intervención quirúrgica realizada para corregir una hernia diafragmática, una anomalía congénita (es decir, presente desde el nacimiento) ubicada en el diafragma.
El diafragma es el músculo que separa la cavidad torácica, donde se alojan el corazón y los pulmones, de la cavidad abdominal. Si bien el diafragma se forma en la octava semana de gestación, a veces no termina de formarse correctamente y queda un orificio en el músculo. En la mayoría de los casos, el orificio yace en el lado izquierdo. A raíz de esta anomalía, los riñones, el bazo, el hígado, el estómago y los intestinos se desplazan hacia arriba y se adentran en el tórax, lo que detiene el crecimiento de los pulmones (hipoplasia pulmonar).
Antes de nacer, el bebé no necesita los pulmones para respirar, pero el desarrollo insuficiente de estos órganos es una afección potencialmente mortal para el recién nacido. En prácticamente la totalidad de los casos, es necesario recurrir a una reparación quirúrgica.
En ciertos casos, es posible detectar una hernia diafragmática antes de que el bebé nazca durante los controles prenatales de rutina, como una ecografía o una amniocentesis. La ecografía es una prueba de diagnóstico por imágenes en la que se utilizan ondas de sonido para generar una imagen del bebé en el útero. La amniocentesis se utiliza junto con la ecografía y consiste en la extracción de una muestra de líquido amniótico para identificar la presencia de trastornos genéticos. El líquido amniótico rodea al bebé en el interior del útero.
Si se detecta una hernia diafragmática, deben tomarse los recaudos necesarios para que el parto tenga lugar en un centro perinatal.
Antes de que pueda realizarse la reparación, el bebé debe ser lo suficientemente fuerte como para resistir la cirugía. Existen casos en los cuales los bebés deben permanecer en la unidad neonatal de cuidados intensivos durante unas semanas antes de someterse a la cirugía. Una unidad neonatal de cuidados intensivos es un sector especial del hospital donde los bebés reciben controles y atención médica las 24 horas. Esta unidad está equipada con aparatos especiales que permiten que los bebés se desarrollen de manera correcta. Posiblemente sea necesario conectar al bebé a un respirador artificial para que pueda respirar. En casos graves, tal vez se requiera un sistema de circulación extracorporal.
Por lo general, la intervención se realiza durante los primeros días de vida con anestesia general, lo que significa que el bebé está dormido durante la intervención y no siente dolor.
El cirujano realiza una incisión y desplaza cuidadosamente los órganos abdominales a sus posiciones correspondientes. Luego, se cierra el orificio con una malla o con puntos de sutura.
Al igual que sucede con cualquier intervención quirúrgica, existe un riesgo de hemorragia e infección. Entre los demás riesgos de esta cirugía, se incluyen los siguientes:
Consulte al médico acerca de todas las inquietudes que pueda tener.
Es posible que el bebé siga necesitando asistencia respiratoria durante varios días después de la cirugía. Por lo general, también es necesario colocar una sonda pleural para eliminar el exceso de líquido y aire de la cavidad torácica.
Después de la cirugía, lo más probable es que la alimentación deba realizarse por medio de una sonda nasogástrica que permitirá que el bebé reciba los nutrientes necesarios. En el caso de los bebés que han tenido hernias diafragmáticas, las probabilidades de padecer reflujo (una afección en la cual el ácido o los alimentos suben hasta el esófago) al comer son mayores, lo cual puede traer aparejado un aumento de la regurgitación y vómitos. Consulte al profesional de atención médica acerca de las mejores maneras de colocar al bebé mientras lo alimenta.
Es posible que el bebé deba permanecer internado en el hospital durante varias semanas antes de poder regresar a casa.
Después de la intervención, los pulmones tendrán el espacio que necesitan para crecer y madurar debidamente.
El pronóstico a largo plazo para esta afección varía de un paciente a otro y depende, en gran medida, del grado de desarrollo pulmonar que se haya alcanzado antes del nacimiento.
A veces, las pruebas de diagnóstico por imágenes prenatales permiten detectar una hernia diafragmática antes del nacimiento. En estos casos, pueden tomarse los recaudos necesarios para programar el parto en un centro perinatal que cuente con los equipos necesarios para necesidades especiales o embarazos de alto riesgo. Tales recaudos pueden aumentar las probabilidades de que el pronóstico sea favorable.
Generalmente, los bebés con hernia diafragmática congénita son muy débiles y deben permanecer en el hospital durante un lapso considerable.
Algunos niños presentan otros problemas pulmonares o afecciones médicas, lo que puede dificultar aún más la recuperación. Algunos de ellos padecen problemas de salud crónicos. Si bien es posible que el bebé sufra retrasos en el desarrollo, la fisioterapia y la terapia ocupacional pueden contribuir a mejorar el tono y la fuerza muscular.
Muchos de los bebés que se someten a una reparación de hernia diafragmática viven una vida normal después de la cirugía. Sin embargo, cabe la posibilidad de que el orificio vuelva a abrirse a medida que el niño crece.
En todos los casos, los controles y la atención médica de seguimiento son necesarios.
Gracias a los avances médicos, incluidos los métodos quirúrgicos menos lesivos, el pronóstico de los bebés que nacen con esta anomalía genética es cada vez más favorable.
Escrito por (en Inglés): Ann Pietrangelo
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD