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Las mujeres que beben alcohol durante el embarazo pueden dar a luz a bebés con trastornos del espectro alcohólico fetal. Estos trastornos varían de leves a graves y pueden ser conductuales, físicos, inherentes al aprendizaje o una combinación de todos los anteriores.
El síndrome de alcoholismo fetal (SAF) es una forma grave de la afección. Las personas con SAF pueden tener problemas relacionados con la vista, la audición, la memoria, el grado de concentración y la capacidad de aprender y comunicarse. Si bien las anomalías varían de una persona a otra, el daño suele ser permanente.
Cuando la embarazada bebe alcohol, parte del alcohol ingerido atraviesa fácilmente la placenta y llega al feto. El organismo del feto en gestación no procesa el alcohol de la misma manera que el de una persona adulta. El alcohol se concentra más en el feto y puede impedir que sus órganos vitales reciban una cantidad suficiente de nutrientes y oxígeno.
El daño puede producirse durante las primeras semanas del embarazo, cuando posiblemente la mujer todavía no sepa que está embarazada. El riesgo aumenta si la madre bebe demasiado.
Según varios estudios, el consumo de alcohol aparentemente es más nocivo durante los primeros tres meses del embarazo. Sin embargo, el consumo de alcohol en cualquier momento del embarazo puede ser dañino.
Debido a que el síndrome de alcoholismo fetal incluye una gran cantidad de problemas diferentes, existen numerosos síntomas posibles. Entre los síntomas, cuya gravedad va de leve a grave, se incluyen los siguientes:
El diagnóstico precoz puede aumentar las probabilidades de un pronóstico favorable en el niño. Hable con el médico si considera que su hijo podría padecer SAF e infórmele si bebió alcohol mientras estaba embarazada.
Mediante una exploración física del bebé, es posible detectar un soplo cardíaco u otros problemas del corazón. A medida que el bebé crezca, posiblemente se manifiesten otros signos que permitan confirmar el diagnóstico, entre ellos:
Para diagnosticar el SAF, el médico debe determinar que el paciente presenta facciones anormales, un crecimiento más lento que lo normal y problemas relativos al sistema nervioso central, los cuales podrían ser físicos o conductuales. Pueden manifestarse como hiperactividad, problemas de coordinación, falta de concentración o problemas del aprendizaje.
Si bien el SAF no tiene cura, puede tratarse. Mientras antes se diagnostique, mayores serán los avances posibles.
La educación especial y los servicios sociales pueden ser de gran utilidad en los niños pequeños. Por ejemplo, los logopedas pueden trabajar con los niños pequeños para ayudarlos a que aprendan a caminar.
Los niños con SAF obtendrán mejores resultados si viven en un hogar estable y afectuoso. Estos niños pueden ser incluso más sensibles a las alteraciones en la rutina que los niños promedio. Además, son especialmente propensos a tener problemas de violencia y consumo excesivo de sustancias tóxicas al crecer si estos flagelos forman parte de su vida cotidiana en el hogar. Estos niños se sienten a gusto con las rutinas regulares, las reglas fáciles de seguir y las recompensas por su buen comportamiento.
Según el tipo de síntoma de SAF que manifieste el niño, es posible que sea necesario realizar consultas frecuentes al médico o a los diferentes especialistas. No existen medicamentos para tratar específicamente el SAF. Sin embargo, varios pueden usarse para tratar los síntomas.
Entre ellos, se incluyen los siguientes:
La educación conductual también puede ser de ayuda para los niños con SAF. Por ejemplo, la educación centrada en la amistad les enseña a los niños habilidades sociales para interactuar con sus pares. Mediante la educación de la función ejecutiva, es posible mejorar habilidades como el autocontrol, el razonamiento y la comprensión de la relación entre causa y efecto. Lo más probable es que el niño que padece SAF también necesite ayuda académica. Por ejemplo, un maestro particular de matemática puede ayudar a un niño que tiene dificultades en la escuela.
También es posible que los padres y los hermanos del niño necesiten ayuda para afrontar los desafíos que puede plantear esta afección. La terapia conversacional o los grupos de ayuda pueden ser de gran utilidad. Los padres también pueden optar por cursos de orientación para padres que se adapten a las necesidades específicas de los padres de niños con SAF. La orientación para padres le enseñará la mejor manera de interactuar con su hijo con SAF y brindarle los cuidados que él necesita.
Algunos padres y sus hijos con SAF prefieren buscar tratamientos fuera del ámbito médico. Estos tratamientos incluyen prácticas de curación, como masoterapia y acupuntura (la colocación de agujas finas en puntos clave del cuerpo). Entre los tratamientos alternativos, también se incluyen las técnicas de movimiento, como la actividad física o el yoga.
El síndrome de alcoholismo fetal solamente afecta al niño si la madre bebe durante el embarazo. Si usted tiene problemas con la bebida y tiene pensado tener un hijo, busque la ayuda de un profesional de atención médica. Si solo bebe de vez en cuando o en acontecimientos sociales, no beba si existe la posibilidad de un embarazo próximo en el tiempo. Recuerde que los efectos del alcohol pueden dejar su marca durante las primeras semanas de embarazo.
Escrito por (en Inglés): Teresa Bergen and Winnie Yu
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Wider, MD