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El esófago es un tubo muscular que transporta los alimentos desde la boca hasta el estómago.
El síndrome de Barrett es una afección que se produce cuando se dañan las células del revestimiento del esófago, por lo general como resultado de la exposición a los ácidos estomacales. Esto puede deberse a una complicación después de varios años de padecer reflujo gastroesofágico (RGE, comúnmente conocido como acidez gástrica).
El National Digestive Diseases Information Clearinghouse [Centro Coordinador Nacional de Información sobre las Enfermedades Digestivas] estima que el 1 por ciento de los adultos en los Estados Unidos tiene síndrome de Barrett. En algunos casos, las células anormales del síndrome de Barrett pueden convertirse en células cancerosas, aunque esto es poco frecuente.
Aún se desconoce la etiología exacta del síndrome de Barrett, pero se sabe que la afección se manifiesta con mayor frecuencia entre quienes padecen algún tipo de reflujo como el RGE, que, en general, se produce cuando no funcionan correctamente los músculos de la parte inferior del esófago, cuya función es cerrarse y evitar que los alimentos y los ácidos estomacales suban al esófago. Se cree que las células del esófago pueden alterarse al intentar curarse de las exposiciones reiteradas a los ácidos estomacales. Si bien el RGE suele ser común en los pacientes que tienen síndrome de Barrett, es absolutamente posible tener este síndrome sin haber presentado ningún tipo de reflujo ni acidez gástrica.
Si hace más de 10 años que padece acidez gástrica o enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), correrá mayor riesgo de tener síndrome de Barrett debido a los daños que produce el ácido estomacal en el revestimiento del esófago. Esta afección es más frecuente entre los hombres y representa un riesgo mayor para las personas de raza blanca. Asimismo, es más común entre los mayores de 50 años, aunque puede manifestarse a cualquier edad.
No existe ningún síntoma que pueda atribuirse exclusivamente a esta afección y la mayoría de ellos se relacionan con el reflujo ácido que suele acompañarla. Algunos de los síntomas del reflujo ácido son dolor en el pecho y el abdomen, además de tos seca. El paciente también puede presentar dificultad para tragar y acidez gástrica frecuente. Si se vomita sangre, debe buscarse atención médica de inmediato. La sangre del vómito puede ser roja o asemejarse al café molido. Si las heces son sanguinolentas o parecen alquitrán, es necesario consultar al médico con urgencia.
Para diagnosticar el síndrome de Barrett, se utiliza una endoscopía, que es un procedimiento que, mediante un tubo con una luz y una cámara diminuta, permite observar el interior del esófago. El médico observará la apariencia del esófago: si es normal, tendrá una coloración rosada y aspecto brillante, y si el paciente tiene síndrome de Barrett, se verá enrojecido y de textura aterciopelada.
Es posible que el médico tome una muestra de tejido con el endoscopio, que le permitirá, con la ayuda de un microscopio, determinar qué alteraciones se están produciendo en el esófago. Las alteraciones pueden presentar los siguientes grados:
El tratamiento de esta afección depende del grado de displasia que detecte el médico.
En estos casos, suele tratarse primero el RGE o la ERGE que se asocian con el síndrome de Barrett, para lo cual se recetan medicamentos que ayudan a aliviar los síntomas. En ciertos casos, se realiza una intervención quirúrgica en el esfínter ubicado en la parte inferior del esófago para impedir que los ácidos regresen del estómago al esófago. Si bien los medicamentos y la intervención quirúrgica ayudan a atenuar los síntomas del RGE e impiden mayores daños, no suponen una cura del síndrome de Barrett. Probablemente, si no hay displasia o el grado de displasia es leve, el médico programará una endoscopía anual para controlar que la afección no haya avanzado.
Si la displasia es grave, el médico podrá emplear procedimientos más lesivos para extirpar el área afectada del esófago. Para ello, puede utilizar una endoscopía. En algunos casos, podrá extirpar una porción completa del esófago, aunque no es el curso recomendado dadas las complicaciones que genera. Si bien un cirujano capacitado podría reducir el riesgo de complicaciones, usted seguiría presentando sangrado o estrechamiento del esófago después de la intervención quirúrgica.
La ablación por radiofrecuencia es un método que aplica calor para destruir el tejido esofágico dañado mediante descargas eléctricas. A veces, se utiliza otro método, denominado crioterapia, que emplea un líquido o gas frío para congelar las células anormales. Una vez que las células se descongelan, se las vuelve a congelar y el proceso se repite hasta que, inevitablemente, las células mueren por el daño que les provoca la reiteración del proceso de congelamiento y descongelamiento. Estos dos métodos de tratamiento pueden provocar dolor en el pecho y estrechamiento del esófago.
El síndrome de Barrett puede volver a aparecer con todos los métodos de tratamiento, excepto con la extirpación del esófago. Los médicos recomiendan realizarse endoscopías regulares.
Escrito por (en Inglés): Carmella Wint and Elizabeth Boskey, PhD
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD