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En condiciones normales, la descarga eléctrica de las neuronas del cerebro se produce de manera aleatoria. Las convulsiones son causadas por manifestaciones súbitas de actividad eléctrica en el cerebro desencadenadas por descargas neuronales que se producen de manera sincronizada. Una convulsión generalmente puede durar desde unos pocos segundos hasta varios minutos. Sin embargo, en algunos casos graves, puede durar más.
Los indicios de una convulsión pueden ser sutiles o drásticos: la persona afectada puede simplemente quedarse mirando la nada durante unos segundos, puede perder el conocimiento, puede exhibir una conducta extraña (como decir cosas sin sentido) o puede convulsionar de forma violenta.
Si bien pueden variar considerablemente, hay tipos específicos de síntomas que generalmente pueden relacionarse con el tipo de convulsión que presenta una persona. Asimismo, un episodio puede comenzar como una convulsión más simple, luego empeorar y convertirse en otro tipo de convulsión con síntomas más generalizados e intensos.
Los tipos de convulsiones se determinan mediante las funciones corporales que se ven afectadas y el grado de disfunción que existe en las distintas partes del cuerpo.
Los diferentes tipos de convulsiones incluyen los siguientes:
También llamadas convulsiones focales o localizadas, este tipo se limita a una región específica del cerebro. Si bien la conciencia de la persona afectada no se ve alterada, el resto de los síntomas dependen de las funciones que controla la parte del cerebro que presenta la disfunción. Algunas partes del cuerpo pueden retorcerse, puede haber sensaciones extrañas, tales como hormigueo, o alucinaciones sensoriales, incluidas visiones u olores extraños.
Este tipo de convulsión también se limita a regiones específicas del cerebro y puede presentar síntomas muy variados. Sin embargo, a diferencia de la convulsión parcial simple, afecta la conciencia de la persona. La persona afectada generalmente comienza a mirar hacia la nada y puede exhibir conductas extrañas y sin sentido, conocidas como automatismos, que pueden incluir juguetear con la ropa y realizar movimientos de masticación. Después de la convulsión, la persona puede sentirse desorientada.
También conocidas como convulsiones tonicoclónicas generalizadas, la primera señal de advertencia puede ser un gruñido u otra vocalización proveniente de la persona afectada. A continuación, la persona se desploma y el cuerpo se torna rígido durante un momento (fase tónica). Luego, el cuerpo de la persona comienza a convulsionar, lo cual se conoce como fase clónica. Muy a menudo, el paciente se retuerce y realiza movimientos involuntarios rítmicos. Durante la convulsión, la persona puede morderse la lengua, por lo cual también puede percibirse un sangrado proveniente de la boca. El paciente puede no ser capaz de controlar las secreciones y esto produce un aumento de la salivación o hace que eche espuma por la boca. También puede haber pérdida del control de esfínteres u otro tipo de lesiones debido a las convulsiones o a que el cuerpo se golpea contra objetos durante la convulsión.
La víctima de una convulsión tonicoclónica a menudo presenta dolor y cansancio después del episodio y no recuerda nada o casi nada de lo ocurrido. Las convulsiones tonicoclónicas generalizadas pueden ser resultado de un tipo más limitado de empeoramiento de las convulsiones. En ese caso, se las denomina convulsión con generalización secundaria.
La falla eléctrica se produce en una región específica del cerebro, pero se extiende a zonas más grandes de ese órgano. Esto puede suceder de manera rápida o paulatina.
También denominadas crisis de ausencia, las ausencias típicas se producen con mayor frecuencia en los niños y se caracterizan por breves pérdidas del conocimiento en las cuales el niño deja de hacer lo que estaba haciendo, se queda mirando un punto fijo y no responde. Puede que el niño parpadee rápidamente o se quede inmóvil. Si bien solo duran algunos segundos, las ausencias típicas pueden repetirse varias veces por día. Las ausencias típicas deben tenerse en cuenta en niños que están en Babia o que tienen dificultad para prestar atención.
Estas convulsiones se caracterizan por movimientos involuntarios superrápidos de partes específicas del cuerpo. Pueden sentirse como saltos dentro del cuerpo, que pueden afectar las extremidades, la mandíbula u otras partes del cuerpo. Las personas que no padecen epilepsia pueden sentir estos tipos de movimientos involuntarios o sacudones, especialmente al quedarse dormidas o al despertarse por la mañana.
También conocidas como crisis atónicas o pérdida súbita del equilibrio, estas convulsiones van acompañadas de una breve pérdida del conocimiento en la persona afectada. Una vez que han terminado, la persona generalmente no sabe qué sucedió. La gravedad de este tipo de convulsión puede variar: puede parecer que la persona se desploma o asiente brevemente antes de recuperarse o bien puede colapsar.
Escrito por (en Inglés): the Healthline Editorial Team
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Monti, MD