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El linfoma es relativamente fácil de diagnosticar, pero a menudo no se detecta en su estadio temprano. Podría no haber síntomas tempranos o podrían ser muy leves y no específicos. Por ejemplo, muchos de los síntomas más comunes (cansancio, sudoración nocturna, pérdida de peso sin explicación aparente, fiebre, escalofríos y prurito) podrían ser ignorados por los pacientes. A menudo, la primera pista de la enfermedad es el descubrimiento de un bulto en el sitio del ganglio linfático afectado. Los bultos pueden ser dolorosos al tacto, pero en algunos casos no lo son. Los linfomas no Hodgkin suelen caracterizarse por inflamaciones no dolorosas.
Los ganglios linfáticos están ampliamente distribuidos por todo el organismo. Algunos están muy profundos, en tanto que otros están relativamente cercanos a la superficie. Las inflamaciones en sitios más superficiales, como las axilas, debajo de la quijada o la ingle, quizás se noten más fácilmente. Sin embargo, un bulto en uno de esos sitios no necesariamente indica que hay un linfoma. Al igual que la fiebre, el prurito o una pérdida de peso de origen desconocido puede asociarse con muchas otras afecciones, la inflamación de los ganglios linfáticos no es exclusiva de un linfoma. Las infecciones a menudo causan inflamación, ya que los glóbulos blancos (linfocitos) llegan en grandes cantidades a los ganglios en respuesta a la infección. Por ejemplo, la inflamación de los ganglios del cuello frecuentemente se vincula a infecciones sinusales. Sin embargo, la inflamación de los ganglios de las axilas o el abdomen probablemente requiera una atención más inmediata, ya que esos sitios tienen una menor probabilidad de estar relacionados con infecciones temporales.
Cansancio, escasa energía o apatía pueden ser signos de linfoma. Por supuesto, tener escasa energía también puede ser signo de simplemente no dormir lo suficiente o de seguir un mal régimen alimentario. Cuando el cansancio persistente está acompañado por otros síntomas de linfoma, lo mejor es consultar al médico.
La fiebre es relativamente común, por ser una respuesta natural a la infección. La fiebre a menudo está acompañada por escalofríos. La sudoración nocturna suele asociarse con la fiebre que se produce durante el sueño. Cuando la fiebre no tiene una razón aparente o va y viene repetidamente, podría deberse a un linfoma y es motivo para consultar al médico.
Una pérdida repentina de peso de 10 % o más, no relacionada con cambios en la dieta o el nivel de actividad, puede ser signo de un linfoma. Sin embargo, al igual que con otros síntomas de linfoma, la pérdida de peso inesperada podría deberse a otros trastornos de la salud. No obstante, una pérdida repentina de peso sin motivo aparente justifica una consulta con el médico.
Un linfoma que afecte las estructuras linfáticas debajo de la piel podría causar un sarpullido con prurito. Podría manifestarse como un área escamosa de color diferente (rojiza o púrpura) que fácilmente se confunde con otras afecciones, como eczema. Este tipo de linfoma puede expandirse a medida que progresa y a menudo aparece en los pliegues de la piel.
El timo es un órgano pequeño, con dos lóbulos, del sistema inmunitario que está encima de los pulmones. A veces, el linfoma afecta al timo y causa dolor en el pecho. En raras ocasiones, el linfoma afecta a los ganglios linfáticos de la parte baja de la espalda. La inflamación puede ejercer presión sobre los nervios de la médula espinal, causando molestias, pero por supuesto hay muchas otras causas para un dolor lumbar.
Escrito por (en Inglés): Dale Kiefer
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Monti, MD, MPH