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Los trastornos hemorrágicos son afecciones que interfieren en el proceso normal de coagulación de la sangre. Cuando una persona sufre una lesión, la sangre normalmente comienza a coagularse para evitar una pérdida excesiva. A veces, el mecanismo de coagulación falla, lo que produce hemorragias intensas o prolongadas.
Los trastornos hemorrágicos no siempre afectan la sangre que sale del cuerpo. Existen numerosas afecciones que producen hemorragias debajo de la piel o en el cerebro.
La causa de los trastornos hemorrágicos generalmente es la ausencia de coagulación. Existen varias afecciones que repercuten en el proceso de coagulación. Muchas de las causas están relacionadas con anomalías en las proteínas del plasma (el componente líquido de la sangre). Estas proteínas son directamente responsables de la forma en la que se coagula la sangre. En algunas enfermedades, puede haber una ausencia total o una reducción de la cantidad de estas proteínas. La mayoría de estas anomalías son hereditarias (se transmiten de padres a hijos por medio de los genes). Sin embargo, algunas pueden ser el resultado de otras afecciones médicas.
Entre otras afecciones que pueden ocasionar trastornos hemorrágicos, se incluyen las siguientes:
Los medicamentos que inhiben la coagulación sanguínea se denominan anticoagulantes.
Algunos trastornos hemorrágicos pueden ser heredados (transmitidos de padres a hijos mediante componentes genéticos) o adquiridos. Algunos provocan hemorragias espontáneas, mientras que en otros las hemorragias son producto de un accidente.
Los trastornos hemorrágicos heredados más frecuentes son los siguientes:
Existen determinadas enfermedades o afecciones médicas que también pueden provocar una deficiencia de uno o más factores de la coagulación. Las causas más frecuentes de los trastornos hemorrágicos adquiridos son la enfermedad hepática terminal y la carencia de vitamina K. Según la American Association of Clinical Chemistry [Asociación Estadounidense de Bioquímica Clínica, AACC], esto se debe a que la mayoría de los factores de la coagulación se producen en el hígado y a que ciertos factores de coagulación dependen de la vitamina K (AACC, 2011).
Identificación y síntomas de los trastornos hemorrágicos
El principal signo de la presencia de un trastorno hemorrágico es una hemorragia prolongada o excesiva. La hemorragia suele ser más intensa que lo normal y se produce sin causa aparente.
Entre los demás signos de trastorno hemorrágico, se incluyen los siguientes:
Para diagnosticar un trastorno hemorrágico, el médico analizará sus antecedentes médicos. Durante esta parte del examen, le hará preguntas sobre cualquier afección médica que tenga y sobre los medicamentos que esté tomando.
No olvide mencionar lo siguiente:
Después de reunir esta información, el médico le realizará una serie de pruebas, entre ellas, las siguientes:
Las opciones de tratamiento varían según la causa de la hemorragia.
Si sufre una pérdida de sangre considerable, es posible que el médico le recete suplementos de hierro para restablecer los niveles de hierro en el organismo. Los niveles de hierro bajos pueden provocar anemia ferropénica, una afección que puede causar debilidad, falta de aire o mareos. Además del tratamiento con hierro, posiblemente necesite una transfusión de sangre.
En una transfusión de sangre se reemplaza la sangre perdida por la sangre de un donante. La sangre que reciba deberá ser del mismo tipo que la suya para evitar complicaciones. Este procedimiento solo puede realizarse en un hospital.
Entre otros tratamientos, se incluyen los siguientes:
Los mejores resultados se obtienen cuando se recibe tratamiento de manera precoz. Si se espera demasiado para recibir tratamiento, pueden surgir complicaciones. También pueden producirse complicaciones si el trastorno es grave o provoca una pérdida excesiva de sangre.
Entre las complicaciones frecuentes de los trastornos hemorrágicos, se incluyen las siguientes:
Escrito por (en Inglés): April Kahn
Revisado médicamente (en Inglés)
: Jennifer Wider, MD
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