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El término hemorragia suele utilizarse para describir la pérdida de sangre y puede hacer referencia a una pérdida de sangre dentro del cuerpo (hemorragia interna) o fuera (hemorragia externa).
Las pérdidas de sangre pueden producirse en cualquier parte del cuerpo. Por lo general, las hemorragias internas tienen lugar cuando se produce una pérdida de sangre como resultado de un daño en los vasos sanguíneos o en algún órgano. Las hemorragias externas se producen cuando la sangre sale del cuerpo a través de un corte en la piel o de un orificio natural, como la boca, la vagina o el recto.
Las hemorragias son síntomas muy frecuentes cuyas causas pueden ser producto de diferentes incidentes o afecciones. Entre las posibles causas, se incluyen las siguientes:
La hemorragia traumática es causada por una lesión. Si bien las lesiones pueden variar en cuanto a su gravedad, la mayoría de ellas ocasionan hemorragias, de mayor o menor intensidad. Entre los tipos frecuentes de lesiones traumáticas, se encuentran los siguientes:
También existen algunas afecciones médicas que pueden provocar hemorragias que, si bien son menos frecuentes que las traumáticas, pueden tener diferentes grados de gravedad. Entre las afecciones que pueden causar hemorragias, se incluyen las siguientes:
Algunos medicamentos pueden aumentar las probabilidades de sufrir hemorragias o incluso producirlas. Por lo general, cuando le receten el medicamento por primera vez, le advertirán sobre estos riesgos y le indicarán qué hacer.
Entre los medicamentos que pueden producir hemorragias, se incluyen los siguientes:
Si la hemorragia es intensa, llame al servicio de emergencias de inmediato. También deberá hacerlo si cree que tiene una hemorragia interna, ya que puede tornarse potencialmente mortal de un momento para otro.
Las personas que padecen trastornos hemorrágicos o toman anticoagulantes también deben buscar atención de emergencia para detener la hemorragia lo antes posible.
Busque atención de emergencia en cualquiera de las siguientes situaciones:
Cuando pida ayuda, el representante del servicio de emergencias le indicará qué hacer y el tiempo aproximado que demorarán en llegar. En la mayoría de los casos, le recomendarán que siga aplicando presión sobre la herida y que continúe tranquilizando al paciente. Quizás le indiquen que recueste a la persona para reducir el riesgo de desmayos.
Al tratar una hemorragia, es importante identificar la causa y detenerla lo antes posible. Si la causa es una afección médica, la persona deberá recibir atención de emergencia de inmediato.
Es posible tratar las hemorragias traumáticas externas. Busque atención de emergencia si el paciente presenta cualquiera de los signos mencionados anteriormente o si necesita ayuda para detener la hemorragia.
Antes que nada, trate de tranquilizar al herido. Las hemorragias pueden generar mucho temor, por lo que brindarle tranquilidad es fundamental para evitar un choque.
Recueste al herido lo antes posible para reducir el riesgo de desmayos. Si es posible, trate de elevar el área de la hemorragia.
Retire cuidadosamente cualquier desecho o partícula extraña que pueda haber en la herida. Sin embargo, no debe retirar objetos grandes como cuchillos, flechas o armas de la herida, ya que podría producir más daño y empeorar la hemorragia. En ese caso, utilice vendajes y apósitos para evitar que el objeto se mueva y para absorber la sangre.
Use un paño o un trozo de tela, una venda, una prenda de vestir o las manos (siempre limpios) para aplicar presión directamente sobre la herida.
Mantenga una presión intermedia hasta reducir y finalmente detener la hemorragia.
No retire el paño una vez que la hemorragia se detenga. Envuélvalo con cinta adhesiva o alguna prenda de vestir para mantenerlo en su sitio.
Coloque una compresa fría sobre la herida.
No mire la herida para ver si la hemorragia se ha detenido porque, si lo hace, es posible que la herida vuelva a sangrar.
No retire el paño de la herida, incluso si la sangre se filtra a través del material. Coloque más material por encima y no deje de aplicar presión.
No mueva a la persona si ha sufrido una herida en la cabeza, el cuello, la espalda o las piernas. No aplique presión si la herida es en el ojo.
Los torniquetes deben usarse únicamente como último recurso y lo ideal es que personas con experiencia sean las encargadas de hacerlos. Si es necesario hacer un torniquete, siga los pasos que se enumeran a continuación:
Deberá buscar atención médica de emergencia si la hemorragia fue causada por una lesión grave, si no es posible reducir la hemorragia o si se trata de una hemorragia interna.
Generalmente, los paramédicos intentan controlar la hemorragia antes de trasladar al paciente al hospital. En algunos casos, la atención puede brindarse en el hogar o directamente en una camilla. El tratamiento necesario dependerá de la causa de la hemorragia.
En casos poco frecuentes, tal vez sea necesario realizar una intervención quirúrgica para detener la hemorragia.
Cualquier persona que presente una hemorragia de origen desconocido debe ser atendida por un profesional médico.
Si la hemorragia fue causada por una lesión o un accidente, es posible que pueda detenérsela con algunas técnicas básicas de primeros auxilios. Por lo general, la herida cicatrizará de manera natural y no será necesario recibir otro tipo de atención.
Si la hemorragia fue causada por una afección médica que no ha podido identificarse o diagnosticarse, es probable que vuelva a producirse.
Si no recibe tratamiento médico para detener una hemorragia, la persona puede desangrarse y morir. Generalmente, para morir desangrada, una persona tiene que perder entre un tercio y la mitad del volumen total de sangre. No es demasiado frecuente que los seres humanos mueran por desangramiento.
La muerte por desangramiento puede ocurrir aunque no haya ninguna hemorragia externa. Las hemorragias internas muy graves, al igual que los aneurismas, pueden producir una pérdida de sangre importante.
Escrito por (en Inglés): Kati Blake
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD