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Los higromas quísticos son protuberancias anormales que suelen aparecer en el cuello o la cabeza del bebé. Generalmente, este trastorno se desarrolla cuando el bebé se encuentra en el útero, aunque también puede producirse después del nacimiento. Los higromas quísticos son sacos llenos de líquido causados por obstrucciones en el sistema linfático. Pueden manifestarse en la forma de uno o más quistes llenos de líquido que, por lo general, aumentan de tamaño con el tiempo.
Según la Emory University School of Medicine [Facultad de Medicina de la Universidad de Emory, EUSM], los higromas quísticos aparecen en el uno por ciento de los fetos. Suelen formarse entre la novena y la 16.a semana de gestación y aproximadamente la mitad de los fetos con higromas presentan anomalías cromosómicas. Si el higroma desaparece espontáneamente antes de llegar a la 20.a semana de gestación y el bebé tiene cromosomas normales, el pronóstico suele ser favorable. Sin embargo, si no desaparece, el feto podría sufrir complicaciones médicas graves (EUSM).
Los médicos recomiendan que las embarazadas programen el parto en un centro médico importante si se detecta un higroma durante el embarazo, ya que los higromas aumentan el riesgo de aborto espontáneo o muerte fetal.
Los higromas quísticos pueden desarrollarse como parte de un síndrome de origen genético o debido a factores ambientales. Al momento del diagnóstico puede haber uno o más quistes.
Las causas ambientales más frecuentes de los higromas quísticos son las siguientes:
Los higromas quísticos son más frecuentes en los bebés que padecen enfermedades genéticas y son particularmente frecuentes en los que presentan anomalías cromosómicas. Entre las afecciones genéticas asociadas a la aparición de higromas, se incluyen las siguientes:
Es posible que los higromas quísticos no sean visibles desde el nacimiento. Aparecen más adelante y aumentan de tamaño a medida que el niño crece. Lo más probable es que los higromas pequeños se detecten cuando el niño alcanza cierta edad. Sin embargo, la mayoría de los higromas se manifiestan cuando el niño cumple los 2 años.
Los síntomas principales de un higroma quístico es la presencia de un tumor blando, indoloro y comprimible. Si bien la ubicación más frecuente es en el cuello, los higromas pueden aparecer en cualquier parte donde haya tejido linfático, como las axilas o la ingle. También pueden aparecer debajo de la piel en el torso o las extremidades.
El tamaño de los higromas es variable: pueden ser más pequeños que una moneda o tan grandes como la cabeza del niño. Los higromas grandes pueden impedir el movimiento o provocar otras dificultades.
Si el médico identifica un higroma quístico durante una ecografía, solicitará una amniocentesis, que es una prueba que permite detectar anomalías genéticas en el feto.
Durante la prueba, deberá recostarse sobre una camilla de exploración mientras el médico le limpia el vientre con una solución yodada. Con la ecografía como guía, el médico utilizará una aguja para extraer una muestra de líquido del saco amniótico.
Si el higroma quístico se detecta recién después del nacimiento, se utilizarán otras pruebas para realizar el diagnóstico. Entre ellas, se incluyen las siguientes:
Mientras el bebé se encuentra en el útero, los higromas quísticos no se tratan. Lo que se hace es controlar atentamente al bebé. Lo más probable es que deba programar el parto en un centro médico importante en caso de que se presenten complicaciones durante el nacimiento.
Por lo general, los higromas que se detectan después del nacimiento pueden tratarse sin mayores inconvenientes. El primer paso en el tratamiento es una intervención quirúrgica para extirpar el tumor. Es necesario extirpar la totalidad del tumor para evitar que vuelva a crecer.
A veces, puede resultar difícil o imposible extirpar un higroma de gran tamaño. Como estos tumores suelen ser benignos, los médicos prefieren no poner en riesgo el tejido sano en su intento por eliminarlos. En estos casos, posiblemente se utilicen otras técnicas para reducir el tamaño del higroma. Entre ellas, se incluyen las siguientes:
Los métodos que se utilizan para reducir el tamaño de los higromas no son demasiado eficaces para el tratamiento contra los higromas pequeños. Sin embargo, pueden servir para reducir el tamaño de los grandes. Una vez reducido el tumor, es más fácil extirparlo quirúrgicamente.
En ninguna circunstancia intente punzar el higroma para drenarlo por su cuenta, ya que son muy propensos a las infecciones. Además, existe el riesgo de que se produzca una hemorragia intensa.
Los higromas son tumores benignos. Si aparecen después del nacimiento, el pronóstico generalmente es favorable, en especial si se logra extirpar la totalidad del tumor. Si no es posible extirparlo, el higroma puede volver a aparecer o diseminarse a otras áreas.
Las complicaciones más frecuentes de un higroma quístico son las siguientes:
Escrito por (en Inglés): April Kahn
Revisado médicamente (en Inglés)
: George Krucik, MD